lunes, 12 de marzo de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 280.
(Respuesta
YouCat) Todo ser humano tiene desde el primer momento en el seno materno una
dignidad inviolable, porque Dios, desde toda la eternidad, lo ha querido,
amado, creado, y lo ha destinado a la salvación y a la bienaventuranza eterna.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 1700) La
dignidad de la persona humana está enraizada en su creación a imagen y
semejanza de Dios (artículo primero);
se realiza en su vocación a la bienaventuranza divina (artículo segundo). Corresponde al ser humano llegar libremente a
esta realización (artículo tercero).
Por sus actos deliberados (artículo
cuarto), la persona humana se conforma, o no se conforma, al bien prometido
por Dios y atestiguado por la conciencia moral (artículo quinto). Los seres humanos se edifican a sí mismos y
crecen desde el interior: hacen de toda su vida sensible y espiritual un
material de su crecimiento (artículo
sexto). Con la ayuda de la gracia crecen en la virtud (artículo séptimo), evitan el pecado y, si lo han cometido recurren
como el hijo pródigo (Cf. Lc 15, 11-31) a la misericordia de nuestro Padre del
cielo (artículo octavo). Así acceden
a la perfección de la caridad.
Para meditar
(Comentario YouCat) Si la
dignidad humana tuviera su origen únicamente en los éxitos y realizaciones que
llevan a cabo los hombres, entonces los débiles, enfermos e indefensos
carecerían de dignidad. Los cristianos creemos que la dignidad humana viene en
primer término de la dignidad de Dios. Él mira a cada hombre y lo ama como si
fuera la única criatura sobre la tierra. Y dado que Dios ha fijado su mirada
hasta en el más pequeño de los seres humanos, éste posee una dignidad infinita
que no puede ser destruida por los hombres.
(Comentario CIC) (C.I.C 1699) La vida en
el Espíritu Santo realiza la vocación del hombre (capítulo primero). Está hecha de caridad divina y solidaridad
humana (capítulo segundo). Es
concedida gratuitamente como una salvación (capítulo
tercero). (C.I.C 1710) “Cristo manifiesta
plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación”
(Gaudium et spes, 22).
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