lunes, 30 de junio de 2014
205. ¿Qué sucede con la muerte a nuestro cuerpo y a nuestra alma? (Tercera parte - continuación)
(Compendio 205 - repetición) Con la
muerte, que es separación del alma y del cuerpo, éste cae en la corrupción,
mientras el alma, que es inmortal, va al encuentro del juicio de Dios y espera
volverse a unir al cuerpo, cuando éste resurja transformado en la segunda
venida del Señor. Comprender cómo tendrá lugar la resurrección sobrepasa la
posibilidad de nuestra imaginación y entendimiento.
Resumen
(C.I.C 1018) Como consecuencia del
pecado original, el hombre debe sufrir "la muerte corporal, de la que el
hombre se habría liberado, si no hubiera pecado" (Gaudium et spes, 18).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1000) Este "cómo occurrirá la resurreción"
sobrepasa nuestra imaginación y nuestro entendimiento; no es accesible más que
en la fe. Pero nuestra participación en la Eucaristía nos da ya un anticipo de
la transfiguración de nuestro cuerpo por Cristo: “Así como el pan que viene de
la tierra, después de haber recibido la invocación de Dios, ya no es pan
ordinario, sino Eucaristía, constituida por dos cosas, una terrena y otra
celestial, así nuestros cuerpos que participan en la eucaristía ya no son
corruptibles, ya que tienen la esperanza de la resurrección” (San Ireneo de
Lyon, Adversus haereses, 4, 18, 5: PG
7, 1028-1029). (C.I.C 1001) ¿Cuándo?
Sin duda en el "último día" (Jn 6, 39-40. 44. 54; 11, 24); "al
fin del mundo" (Lumen gentium, 48).
En efecto, la resurrección de los muertos está íntimamente asociada a la
Parusía de Cristo: El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y
por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo
resucitarán en primer lugar” (1Ts 4, 16). (C.I.C 1002) Si es verdad que Cristo
nos resucitará en "el último día", también lo es, en cierto modo, que
nosotros ya hemos resucitado con Cristo. En efecto, gracias al Espíritu Santo,
la vida cristiana en la tierra es, desde ahora, una participación en la muerte
y en la Resurrección de Cristo: “Sepultados con él en el bautismo, con él
también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de
entre los muertos [...] Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las
cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios (Col 2, 12; 3,
1).
Para la reflexión
(C.I.C 1003) Unidos a Cristo por el Bautismo, los creyentes
participan ya realmente en la vida celestial de Cristo resucitado (cf. Flp 3,
20), pero esta vida permanece "escondida […] con Cristo en Dios" (Col
3, 3) "Con él nos ha resucitado y hecho sentar en los cielos con Cristo
Jesús" (Ef 2, 6). Alimentados en la Eucaristía con su Cuerpo, nosotros
pertenecemos ya al Cuerpo de Cristo. Cuando resucitemos en el último día
también nos "manifestaremos con Él llenos
de gloria" (Col 3, 4). (C.I.C 1004) Esperando este día, el cuerpo y el
alma del creyente participan ya de la dignidad de ser "en Cristo";
donde se basa la exigencia del respeto hacia el propio cuerpo, y también hacia
el ajeno, particularmente cuando sufre: El cuerpo es […] para el Señor y el
Señor para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a
nosotros mediante su poder. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de
Cristo? [...] No os pertenecéis [...] Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro
cuerpo. (1Co 6, 13-15. 19-20). [Fin]
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