sábado, 28 de junio de 2014
205. ¿Qué sucede con la muerte a nuestro cuerpo y a nuestra alma? (Primera parte)
(Compendio 205) Con la muerte, que es separación del alma
y del cuerpo, éste cae en la corrupción, mientras el alma, que es inmortal, va
al encuentro del juicio de Dios y espera volverse a unir al cuerpo, cuando éste
resurja transformado en la segunda venida del Señor. Comprender cómo tendrá
lugar la resurrección sobrepasa la posibilidad de nuestra imaginación y
entendimiento.
Resumen
(C.I.C 1016) Por la muerte, el
alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida
incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. Así
como Cristo ha resucitado y vive para siempre, todos nosotros resucitaremos en
el último día.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 992) La resurrección de los muertos fue revelada
progresivamente por Dios a su Pueblo. La esperanza en la resurrección corporal
de los muertos se impuso como una consecuencia intrínseca de la fe en un Dios
creador del hombre todo entero, alma y cuerpo. El creador del cielo y de la
tierra es también Aquél que mantiene fielmente su Alianza con Abraham y su
descendencia. En esta doble perspectiva comienza a expresarse la fe en la
resurrección. En sus pruebas, los mártires Macabeos confiesan: “El Rey del
mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna
(2M 7, 9). Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios
otorga de ser resucitados de nuevo por él” (2M 7, 14. 29; Dn 12, 1-13). (C.I.C 993)
Los fariseos (cf. Hch 23, 6) y muchos contemporáneos del Señor (cf. Jn 11, 24)
esperaban la resurrección. Jesús la enseña firmemente. A los saduceos que la
niegan responde: "Vosotros no conocéis ni las Escrituras ni el poder de
Dios, vosotros estáis en el error" (Mc 12, 24). La fe en la resurrección
descansa en la fe en Dios que "no es un Dios de muertos sino de
vivos" (Mc 12, 27).
Para la reflexión
(C.I.C 994) Pero hay más: Jesús liga la fe en la
resurrección a la fe en su propia persona: "Yo soy la resurrección y la
vida" (Jn 11, 25). Es el mismo Jesús el que resucitará en el último día a
quienes hayan creído en él (cf. Jn 5, 24-25; 6, 40) y hayan comido su cuerpo y
bebido su sangre (cf. Jn 6, 54). En su vida pública ofrece ya un signo y una
prenda de la resurrección devolviendo la vida a algunos muertos (cf. Mc 5,
21-42; Lc 7, 11-17; Jn 11), anunciando así su propia Resurrección que, no
obstante, será de otro orden. De este acontecimiento único, El habla como del
"signo de Jonás" (Mt 12, 39), del signo del Templo (cf. Jn 2, 19-22):
anuncia su Resurrección al tercer día después de su muerte (cf. Mc 10, 34). (C.I.C
995) Ser testigo de Cristo es ser "testigo de su Resurrección" (Hch
1, 22; cf. 4, 33), "haber comido y bebido con él después de su
Resurrección de entre los muertos" (Hch 10, 41). La esperanza cristiana en
la resurrección está totalmente marcada por los encuentros con Cristo
resucitado. Nosotros resucitaremos como Él,
con Él, por Él.
(Continua)
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