miércoles, 25 de junio de 2014
202. ¿Qué se indica con el término «carne» y cuál es su importancia?
(Compendio 202) El término «carne» designa al hombre en
su condición de debilidad y mortalidad. «La carne es soporte de la salvación»
(Tertuliano). En efecto, creemos en Dios que es el Creador de la carne; creemos
en el Verbo hecho carne para rescatar la carne; creemos en la resurrección de
la carne, perfección de la Creación y de la redención de la carne.
Resumen
(C.I.C 1015) Caro salutis est cardo ("La carne es soporte de la
salvación") (Tertuliano, De
resurrectione mortuorum, 8, 2: PL 2, 852). Creemos en Dios que es el
creador de la carne; creemos en el Verbo hecho carne para rescatar la carne;
creemos en la resurrección de la carne, perfección de la creación y de la
redención de la carne.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 990) El término
"carne" designa al hombre en su condición de debilidad y de
mortalidad (cf. Gn 6, 3; Sal 56, 5; Is 40, 6). La "resurrección de la
carne" significa que, después de la muerte, no habrá solamente vida del
alma inmortal, sino que también nuestros "cuerpos mortales" (Rm 8,
11) volverán a tener vida. (C.I.C 364) El cuerpo del hombre participa de la
dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo humano precisamente porque
está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está
destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del Espíritu (cf. 1Co
6,19-20; 15,44-45): “Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición
corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por
medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del
Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal,
sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de
honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día (Gaudium et spes, 14).
Para la reflexión
(C.I.C 2289) La moral exige el respeto de la vida corporal,
pero no hace de ella un valor absoluto. Se opone a una concepción neopagana que
tiende a promover el culto del cuerpo,
a sacrificar todo a él, a idolatrar la perfección física y el éxito deportivo.
Semejante concepción, por la selección que opera entre los fuertes y los débiles,
puede conducir a la perversión de las relaciones humanas.
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