viernes, 27 de junio de 2014
204. ¿Qué relación existe entre la resurrección de Cristo y la nuestra?
(Compendio 204) Así como Cristo ha resucitado
verdaderamente de entre los muertos y vive para siempre, así también Él
resucitará a todos en el último día, con un cuerpo incorruptible: «los que
hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal,
para la condenación» (Jn 5, 29).
Resumen
(C.I.C 988) El Credo cristiano
–profesión de nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en su acción
creadora, salvadora y santificadora– culmina en la proclamación de la
resurrección de los muertos al fin de los tiempos, y en la vida eterna.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 991) Creer en la
resurrección de los muertos ha sido desde sus comienzos un elemento esencial de
la fe cristiana. "La resurrección de los muertos es esperanza de los
cristianos; somos cristianos por creer en ella" (Tertuliano, De resurrestione mortuorum. 1, 1: PL 2,
841): “¿Cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de
muertos? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no
resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe [...]
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que
durmieron “ (1Co 15, 12-14. 20).
Para la reflexión
(C.I.C 1002) Si es verdad que Cristo nos resucitará en
"el último día", también lo es, en cierto modo, que nosotros ya hemos
resucitado con Cristo. En efecto, gracias al Espíritu Santo, la vida cristiana
en la tierra es, desde ahora, una participación en la muerte y en la
Resurrección de Cristo: “Sepultados con él en el bautismo, con él también
habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que le resucitó de entre los
muertos [...] Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de
arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios (Col 2, 12; 3, 1).
(C.I.C 1003) Unidos a Cristo por el Bautismo, los creyentes participan ya
realmente en la vida celestial de Cristo resucitado (cf. Flp 3, 20), pero esta
vida permanece "escondida […] con Cristo en Dios" (Col 3, 3)
"Con él nos ha resucitado y hecho sentar en los cielos con Cristo
Jesús" (Ef 2, 6). Alimentados en la Eucaristía con su Cuerpo, nosotros
pertenecemos ya al Cuerpo de Cristo. Cuando resucitemos en el último día
también nos "manifestaremos con Él llenos
de gloria" (Col 3, 4).
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