martes, 24 de junio de 2014
201. ¿Por qué la Iglesia tiene el poder de perdonar los pecados?
(Compendio 201) La Iglesia tiene la misión y el poder de
perdonar los pecados porque el mismo Cristo se lo ha dado: «Recibid el Espíritu
Santo, a quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados, a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20, 22-23).
Resumen
(C.I.C 986) Por voluntad de
Cristo, la Iglesia posee el poder de perdonar los pecados de los bautizados y
ella lo ejerce de forma habitual en el sacramento de la penitencia por medio de
los obispos y de los presbíteros. (C.I.C 987)
"En la remisión de los pecados, los sacerdotes y los sacramentos son meros
instrumentos de los que quiere servirse nuestro Señor Jesucristo, único autor y
dispensador de nuestra salvación, para borrar nuestras iniquidades y darnos la
gracia de la justificación" (Catecismo
Romano, 1, 11, 6).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 981) Cristo, después de su
Resurrección envió a sus apóstoles a predicar "en su nombre la conversión
para perdón de los pecados a todas las naciones" (Lc 24, 47). Este
"ministerio de la reconciliación" (2Co 5, 18), no lo cumplieron los
apóstoles y sus sucesores anunciando solamente a los hombres el perdón de Dios
merecido para nosotros por Cristo y llamándoles a la conversión y a la fe, sino
comunicándoles también la remisión de los pecados por el Bautismo y
reconciliándolos con Dios y con la Iglesia gracias al poder de las llaves
recibido de Cristo: La Iglesia “ha recibido las llaves del Reino de los cielos,
a fin de que se realice en ella la remisión de los pecados por la sangre de
Cristo y la acción del Espíritu Santo. En esta Iglesia es donde revive el alma,
que estaba muerta por los pecados, a fin de vivir con Cristo, cuya gracia nos
ha salvado (San Agustín, Sermo 214,
11: PL 38, 1071-1072). (C.I.C 982) No hay
ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. "No hay
nadie, tan perverso y tan culpable que, si verdaderamente está arrepentido de
sus pecados non pueda contar con la esperanza cierta de perdon” (Catecismo Romano, 1, 11, 5). Cristo, que
ha muerto por todos los hombres, quiere que, en su Iglesia, estén siempre
abiertas las puertas del perdón a cualquiera que vuelva del pecado (cf. Mt 18,
21-22).
Para la reflexión
(C.I.C 983) La catequesis se esforzará
por avivar y nutrir en los fieles la fe en la grandeza incomparable del don que
Cristo resucitado ha hecho a su Iglesia: la misión y el poder de perdonar
verdaderamente los pecados, por medio del ministerio de los apóstoles y de sus
sucesores: “El Señor quiere que sus discípulos tengan un poder inmenso: quiere
que sus pobres servidores cumplan en su nombre todo lo que había hecho cuando
estaba en la tierra” (San Ambrosio, De
Paenitentia 1, 8, 34: PL 16, 476-477). “[Los sacerdotes] han recibido un
poder que Dios no ha dado ni a los ángeles, ni a los arcángeles [...] Dios
sanciona allá arriba todo lo que los sacerdotes hagan aquí abajo” (San Juan
Crisóstomo, De sacerdotio, 3, 5: PG
48, 643). “Si en la Iglesia no hubiera remisión de los pecados, no habría
ninguna esperanza, ninguna expectativa de una vida eterna y de una liberación
eterna. Demos gracias a Dios que ha dado a la Iglesia semejante don” (San
Agustín, Sermo 213, 8, 8: PL 38, 1064).
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