domingo, 29 de junio de 2014
205. ¿Qué sucede con la muerte a nuestro cuerpo y a nuestra alma? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 205 - repetición) Con la
muerte, que es separación del alma y del cuerpo, éste cae en la corrupción,
mientras el alma, que es inmortal, va al encuentro del juicio de Dios y espera
volverse a unir al cuerpo, cuando éste resurja transformado en la segunda
venida del Señor. Comprender cómo tendrá lugar la resurrección sobrepasa la
posibilidad de nuestra imaginación y entendimiento.
Resumen
(C.I.C 1017) "Creemos […] en
la verdadera resurrección de esta carne que poseemos ahora" (II Concilio
de Lyon: DS 854). No obstante, se siembra en el sepulcro un cuerpo corruptible,
resucita un cuerpo incorruptible (cf. 1Co 15, 42), un "cuerpo
espiritual" (1Co 15, 44).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 996) Desde el principio, la fe cristiana en la
resurrección ha encontrado incomprensiones y oposiciones (cf. Hch 17, 32; 1 Co
15, 12-13). "En ningún punto la fe cristiana encue ntra más contradicción
que en la resurrección de la carne" (San Agustín, Enarratio in Psalmum 88, 2, 5: PL 37,1134). Se acepta muy
comúnmente que, después de la muerte, la vida de la persona humana continúa de
una forma espiritual. Pero ¿cómo creer que este cuerpo tan manifiestamente
mortal pueda resucitar a la vida eterna? (C.I.C 997) ¿Qué es resucitar? En la muerte, separación del alma y el cuerpo, el
cuerpo del hombre cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro
con Dios, en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su
omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible
uniéndolos a nuestras almas, por la virtud de la Resurrección de Jesús. (C.I.C 998)
¿Quién resucitará? Todos los hombres
que han muerto: "los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y
los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn 5, 29; cf. Dn 12, 2).
Para la reflexión
(C.I.C 999) ¿Cómo?
Cristo resucitó con su propio cuerpo: "Mirad mis manos y mis pies; soy yo
mismo" (Lc 24, 39); pero El no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo,
en El "todos resucitarán con su propio cuerpo, del que ahora están
revestidos" (Concilio Lateranense IV: DS 801), pero este cuerpo será
"transfigurado en cuerpo de gloria" (cf. Flp 3, 21), en "cuerpo
espiritual" (1Co 15, 44): “Pero dirá alguno: ¿cómo resucitan los muertos?
¿Con qué cuerpo vuelven a la vida? ¡Necio! Lo que tú siembras no revive si no
muere. Y lo que tú siembras no es el cuerpo que va a brotar, sino un simple
grano..., se siembra corrupción, resucita incorrupción [...]; los muertos
resucitarán incorruptibles. En efecto, es necesario que este ser corruptible se
revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad”
(1Cor 15,35-37. 42. 53). (Continua)
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