domingo, 30 de marzo de 2014
130. ¿De qué modo la Resurrección es obra de la Santísima Trinidad?
(Compendio 130) La Resurrección de Cristo es una obra
trascendente de Dios. Las tres Personas divinas actúan conjuntamente, según lo
que es propio de cada una: el Padre manifiesta su poder, el Hijo «recobra la
vida, porque la ha dado libremente» (Jn 10, 17), reuniendo su alma y su cuerpo,
que el Espíritu Santo vivifica y glorifica.
Resumen
(C.I.C 658) Cristo, "el primogénito de entre los
muertos" (Col 1, 18), es el principio de nuestra propia resurrección, ya
desde ahora por la justificación de nuestra alma (cf. Rm 6, 4), más tarde por
la vivificación de nuestro cuerpo (cf. Rm 8, 11).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 648) La Resurrección de Cristo es objeto de fe en cuanto
es una intervención transcendente de Dios mismo en la creación y en la
historia. En ella, las tres personas divinas actúan juntas a la vez y
manifiestan su propia originalidad. Se realiza por el poder del Padre que
"ha resucitado" (cf. Hch 2, 24) a Cristo, su Hijo, y de este modo ha
introducido de manera perfecta su humanidad - con su cuerpo - en la Trinidad.
Jesús se revela definitivamente "Hijo de Dios con poder, según el Espíritu
de santidad, por su resurrección de entre los muertos" (Rm 1, 3-4). San
Pablo insiste en la manifestación del poder de Dios (cf. Rm 6, 4; 2Co 13, 4;
Flp 3, 10; Ef 1, 19-22; Hb 7, 16) por la acción del Espíritu que ha vivificado
la humanidad muerta de Jesús y la ha llamado al estado glorioso de Señor.
(C.I.C 649) En cuanto al Hijo, él realiza su propia Resurrección en virtud de
su poder divino. Jesús anuncia que el Hijo del hombre deberá sufrir mucho,
morir y luego resucitar (sentido activo del término) (cf. Mc 8, 31; 9, 9-31;
10, 34). Por otra parte, él afirma explícitamente: "doy mi vida, para
recobrarla de nuevo... Tengo poder para darla y poder para recobrarla de
nuevo" (Jn 10, 17-18). "Creemos que Jesús murió y resucitó" (1Ts
4, 14).
Para la reflexión
(C.I.C 650) Los Padres contemplan la Resurrección a partir
de la persona divina de Cristo que permaneció unida a su alma y a su cuerpo
separados entre sí por la muerte: "Por la unidad de la naturaleza divina
que permanece presente en cada una de las dos partes del hombre, éstas se unen
de nuevo. Así la muerte se produce por la separación del compuesto humano, y la
Resurrección por la unión de las dos partes separadas" (San Gregorio de Nisa,
De tridui inter mortem et resurrectionem
Domini nostri Iesu Christi spatio: Gregorii Nysseni opera: PG 46, 417; DS
325; 359; 369; XI Concilio del Toledo, Symbolum:
DS 539).
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