jueves, 27 de marzo de 2014
127. ¿Qué «signos» atestiguan la Resurrección de Cristo? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 127 repetición) Además del
signo esencial, que es el sepulcro vacío, la Resurrección de Jesús es
atestiguada por las mujeres, las primeras que encontraron a Jesús resucitado y
lo anunciaron a los Apóstoles. Jesús después «se apareció a Cefas (Pedro) y
luego a los Doce, más tarde se apareció a más de quinientos hermanos a la vez»
(1 Co 15, 5-6), y aún a otros. Los Apóstoles no pudieron inventar la
Resurrección, puesto que les parecía imposible: en efecto, Jesús les echó en
cara su incredulidad.
Resumen
(C.I.C 658) Cristo, "el primogénito de entre los
muertos" (Col 1, 18), es el principio de nuestra propia resurrección, ya
desde ahora por la justificación de nuestra alma (cf. Rm 6, 4), más tarde por
la vivificación de nuestro cuerpo (cf. Rm 8, 11). (C.I.C 656) La fe en la
Resurrección tiene por objeto un acontecimiento a la vez históricamente
atestiguado por los discípulos que se encontraron realmente con el Resucitado,
y misteriosamente transcendente en cuanto entrada de la humanidad de Cristo en
la gloria de Dios.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 641) María Magdalena y las santas mujeres, que venían
de embalsamar el cuerpo de Jesús (cf. Mc 16,1; Lc 24, 1) enterrado a prisa en
la tarde del Viernes Santo por la llegada del Sábado (cf. Jn 19, 31. 42) fueron
las primeras en encontrar al Resucitado (cf. Mt 28, 9-10;Jn 20, 11-18). Así las
mujeres fueron las primeras mensajeras de la Resurrección de Cristo para los
propios Apóstoles (cf. Lc 24, 9-10). Jesús se apareció en seguida a ellos,
primero a Pedro, después a los Doce (cf. 1Co 15, 5). Pedro, llamado a confirmar
en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22, 31-32), ve por tanto al Resucitado antes
que los demás y sobre su testimonio es sobre el que la comunidad exclama:
"¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!" (Lc
24, 34). (C.I.C 642) Todo lo que sucedió en estas jornadas pascuales compromete
a cada uno de los Apóstoles - y a Pedro en particular - en la construcción de
la era nueva que comenzó en la mañana de Pascua. Como testigos del Resucitado,
los apóstoles son las piedras de fundación de su Iglesia. La fe de la primera
comunidad de creyentes se funda en el testimonio de hombres concretos,
conocidos de los cristianos y, para la mayoría, viviendo entre ellos todavía.
Estos "testigos de la Resurrección de Cristo" (cf. Hch 1, 22) son
ante todo Pedro y los Doce, pero no solamente ellos: Pablo habla claramente de
más de quinientas personas a las que se apareció Jesús en una sola vez, además
de Santiago y de todos los apóstoles (cf. 1Co 15, 4-8).
Para la reflexión
(C.I.C 643) Ante estos testimonios es imposible interpretar
la Resurrección de Cristo fuera del orden físico, y no reconocerlo como un
hecho histórico. Sabemos por los hechos que la fe de los discípulos fue
sometida a la prueba radical de la pasión y de la muerte en cruz de su Maestro,
anunciada por Él de antemano (cf. Lc 22, 31-32). La sacudida provocada por la
pasión fue tan grande que los discípulos (por lo menos, algunos de ellos) no
creyeron tan pronto en la noticia de la resurrección. Los evangelios, lejos de
mostrarnos una comunidad arrobada por una exaltación mística, nos presentan a
los discípulos abatidos ("la cara sombría": Lc 24, 17) y asustados
(cf. Jn 20, 19). Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del
sepulcro y "sus palabras les parecían como desatinos" (Lc 24, 11; cf.
Mc 16, 11. 13). Cuando Jesús se manifiesta a los once en la tarde de Pascua
"les echó en cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber
creído a quienes le habían visto resucitado" (Mc 16, 14). [Fin]
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