jueves, 13 de marzo de 2014
117. ¿Quién es responsable de la muerte de Jesús? (Segunda parte)
(Compendio 117 repetición) La
pasión y muerte de Jesús no pueden ser imputadas indistintamente al conjunto de
los judíos que vivían entonces, ni a los restantes judíos venidos después. Todo
pecador, o sea todo hombre, es realmente causa e instrumento de los
sufrimientos del Redentor; y aún más gravemente son culpables aquellos que más
frecuentemente caen en pecado y se deleitan en los vicios, sobre todo si son
cristianos.
Resumen
(C.I.C 619) "Cristo murió por nuestros pecados según
las Escrituras" (1Co 15, 3).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 596) Las autoridades religiosas de Jerusalén no
fueron unánimes en la conducta a seguir respecto de Jesús (cf. Jn 9, 16; 10,
19). Los fariseos amenazaron de excomunión a los que le siguieran (cf. Jn 9,
22). A los que temían que "todos creerían en él; y vendrían los romanos y
destruirían nuestro Lugar Santo y nuestra nación" (Jn 11, 48), el sumo
sacerdote Caifás les propuso profetizando: "Es mejor que muera uno solo
por el pueblo y no que perezca toda la nación" (Jn 11, 50). El Sanedrín
declaró a Jesús "reo de muerte" (cf. Mt 26, 66) como blasfemo, pero,
habiendo perdido el derecho a condenar a muerte a nadie (cf. Jn 18, 31),
entregó a Jesús a los romanos acusándole de revuelta política (cf. Lc 23, 2) lo
que le pondrá en paralelo con Barrabás acusado de "sedición" (Lc 23,
19). Son también las amenazas políticas las que los sumos sacerdotes ejercen
sobre Pilato para que éste condene a muerte a Jesús (cf. Jn 19, 12. 15.
21).
Para la reflexión
(C.I.C 598) La Iglesia, en el magisterio de su fe y en el
testimonio de sus santos, no ha olvidado jamás que "los pecadores mismos
fueron los autores y como los instrumentos de todas las penas que soportó el
divino Redentor" (Catecismo Romano,
I, 5, 11; cf. Hb 12, 3). Teniendo en cuenta que nuestros pecados alcanzan a
Cristo mismo (cf. Mt 25, 45; Hch 9, 4-5), la Iglesia no duda en imputar a los
cristianos la responsabilidad más grave en el suplicio de Jesús,
responsabilidad con la que ellos con demasiada frecuencia, han abrumado
únicamente a los judíos: “Debemos considerar como culpables de esta horrible
falta a los que continúan recayendo en sus pecados. Ya que son nuestras malas
acciones las que han hecho sufrir a Nuestro Señor Jesucristo el suplicio de la
cruz, sin ninguna duda los que se sumergen en los desórdenes y en el mal
"crucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública
infamia (Hb 6, 6). Y es necesario reconocer que nuestro crimen en este caso es
mayor que el de los judíos. Porque según el testimonio del Apóstol, "de haberlo conocido ellos no habrían
crucificado jamás al Señor de la Gloria" (1Co 2, 8). Nosotros, en
cambio, hacemos profesión de conocerle. Y cuando renegamos de El con nuestras
acciones, ponemos de algún modo sobre El nuestras manos criminales” (Catecismo Romano 1, 5, 11). “Y los demonios
no son los que le han crucificado; eres tú quien con ellos lo has crucificado y
lo sigues crucificando todavía, deleitándote en los vicios y en los pecados” (San
Francisco de Asís, Admonitio 5, 3). [Fin]
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