miércoles, 26 de marzo de 2014
127. ¿Qué «signos» atestiguan la Resurrección de Cristo? (Primera parte)
(Compendio 127) Además del signo esencial, que es el
sepulcro vacío, la Resurrección de Jesús es atestiguada por las mujeres, las
primeras que encontraron a Jesús resucitado y lo anunciaron a los Apóstoles.
Jesús después «se apareció a Cefas (Pedro) y luego a los Doce, más tarde se
apareció a más de quinientos hermanos a la vez» (1 Co 15, 5-6), y aún a otros.
Los Apóstoles no pudieron inventar la Resurrección, puesto que les parecía
imposible: en efecto, Jesús les echó en cara su incredulidad.
Resumen
(C.I.C 656) La fe en la Resurrección tiene por objeto un
acontecimiento a la vez históricamente atestiguado por los discípulos que se
encontraron realmente con el Resucitado, y misteriosamente transcendente en
cuanto entrada de la humanidad de Cristo en la gloria de Dios. (C.I.C 657) El
sepulcro vacío y las vendas en el suelo significan por sí mismas que el cuerpo
de Cristo ha escapado por el poder de Dios de las ataduras de la muerte y de la
corrupción. Preparan a los discípulos para su encuentro con el Resucitado.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 639) El misterio de la resurrección de Cristo es un
acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas como lo
atestigua el Nuevo Testamento. Ya San Pablo, hacia el año 56, puede escribir a
los Corintios: “Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí:
que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado
y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y
luego a los Doce” (1Co 15, 3-4). El Apóstol habla aquí de la tradición viva de la Resurrección que recibió después de su
conversión a las puertas de Damasco (cf. Hch 9, 3-18). (C.I.C 640) "¿Por
qué buscar entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha
resucitado" (Lc 24, 5-6). En el marco de los acontecimientos de Pascua, el
primer elemento que se encuentra es el sepulcro vacío. No es en sí una prueba
directa. La ausencia del cuerpo de Cristo en el sepulcro podría explicarse de
otro modo (cf. Jn 20,13; Mt 28, 11-15). A pesar de eso, el sepulcro vacío ha
constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los discípulos
fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el
caso, en primer lugar, de las santas mujeres (cf. Lc 24, 3. 22-23), después de
Pedro (cf. Lc 24, 12). "El discípulo que Jesús amaba" (Jn 20, 2)
afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al descubrir "las vendas en
el suelo"(Jn 20, 6), "vio y creyó" (cf. Jn 20, 8). Eso supone
que constató en el estado del sepulcro vacío (cf. Jn 20, 5-7) que la ausencia
del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto
simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn 11,
44).
Para la reflexión
(C.I.C 644) Tan imposible les parece la cosa que, incluso
puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía (cf.
Lc 24, 38): creen ver un espíritu (cf. Lc 24, 39). "No acaban de creerlo a
causa de la alegría y estaban asombrados" (Lc 24, 41). Tomás conocerá la
misma prueba de la duda (cf. Jn 20, 24-27) y, en su última aparición en Galilea
referida por Mateo, "algunos sin embargo dudaron" (Mt 28, 17). Por
esto la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un
"producto" de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene
consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació - bajo la acción
de la gracia divina- de la experiencia directa de la realidad de Jesús
resucitado. (Continua)
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