jueves, 20 de marzo de 2014
122. ¿Cuáles son los efectos del sacrificio de Cristo en la Cruz?
(Compendio 122) Jesús ofreció libremente su vida en
sacrificio expiatorio, es decir, ha reparado nuestras culpas con la plena
obediencia de su amor hasta la muerte. Este amor hasta el extremo (cf. Jn 13,
1) del Hijo de Dios reconcilia a la humanidad entera con el Padre. El
sacrificio pascual de Cristo rescata, por tanto, a los hombres de modo único,
perfecto y definitivo, y les abre a la comunión con Dios.
Resumen
(C.I.C 622) La redención de Cristo consiste en que él
"ha venido a dar su vida como rescate por muchos" (Mt 20, 28), es
decir "a amar a los suyos hasta el extremo" (Jn 13, 1) para que ellos
fuesen "rescatados de la conducta necia heredada de sus padres" (1 P
1, 18). (C.I.C 623) Por su obediencia amorosa a su Padre, "hasta la muerte
[…] de cruz" (Flp 2, 8), Jesús cumplió la misión expiatoria (cf. Is 53,
10) del Siervo doliente que "justifica a muchos cargando con las culpas de
ellos" (cf. Is 53, 11; Rm 5, 19).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 613) La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la
redención definitiva de los hombres (cf. 1Co 5, 7; Jn 8, 34-36) por medio del
"cordero que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29; cf. 1P 1, 19) y el
sacrificio de la Nueva Alianza (cf.
1Co 11, 25) que devuelve al hombre a la comunión con Dios (cf. Ex 24, 8)
reconciliándole con El por "la sangre derramada por muchos para remisión
de los pecados" (Mt 26, 28; cf. Lv 16, 15-16). (C.I.C 614) Este sacrificio
de Cristo es único, da plenitud y sobrepasa a todos los sacrificios (cf. Hb 10,
10). Ante todo es un don del mismo Dios Padre: es el Padre quien entrega al
Hijo para reconciliarnos consigo (cf. 1Jn 4, 10). Al mismo tiempo es ofrenda
del Hijo de Dios hecho hombre que, libremente y por amor (cf. Jn 15, 13),
ofrece su vida (cf. Jn 10, 17-18) a su Padre por medio del Espíritu Santo (cf.
Hb 9, 14), para reparar nuestra desobediencia. (C.I.C 615) "Como […] por
la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así
también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos" (Rm
5, 19). Por su obediencia hasta la muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución
del Siervo doliente que "se dio a sí mismo en expiación", "cuando llevó el pecado de muchos", a
quienes "justificará y cuyas culpas soportará" (Is 53, 10-12). Jesús
repara por nuestras faltas y satisface al Padre por nuestros pecados (cf.
Concilio de Trento: DS 1529).
Para la reflexión
(C.I.C 616) El "amor hasta el extremo"(Cf. Jn 13,
1) es el que confiere su valor de redención y de reparación, de expiación y de
satisfacción al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la
ofrenda de su vida (cf. Ga 2, 20; Ef 5, 2. 25). "El amor […] de Cristo nos
apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron"
(2Co 5, 14). Ningún hombre aunque fuese el más santo estaba en condiciones de
tomar sobre sí los pecados de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por
todos. La existencia en Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo
tiempo sobrepasa y abraza a todas las personas humanas, y que le constituye
Cabeza de toda la humanidad, hace posible su sacrificio redentor por todos.
(C.I.C 617) Sua sanctissima passione in
ligno crucis nobis justificationem meruit ("Por su sacratísima pasión
en el madero de la cruz nos mereció la justificación") enseña el Concilio
de Trento (DS 1529) subrayando el carácter único del sacrificio de Cristo como
"causa de salvación eterna" (Hb 5, 9). Y la Iglesia venera la Cruz cantando:
O crux, ave, spes unica ("Salve,
oh cruz, única esperanza", himno "Vexilla Regis": Liturgia de la Horas).
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