sábado, 29 de marzo de 2014
129. ¿Cuál es el estado del cuerpo resucitado de Jesús?
(Compendio 129) La Resurrección de Cristo no es un
retorno a la vida terrena. Su cuerpo resucitado es el mismo que fue
crucificado, y lleva las huellas de su pasión, pero ahora participa ya de la vida
divina, con las propiedades de un cuerpo glorioso. Por esta razón Jesús
resucitado es soberanamente libre de aparecer a sus discípulos donde quiere y
bajo diversas apariencias.
Resumen
(C.I.C 657) El sepulcro vacío y las vendas en el suelo
significan por sí mismas que el cuerpo de Cristo ha escapado por el poder de
Dios de las ataduras de la muerte y de la corrupción. Preparan a los discípulos
para su encuentro con el Resucitado.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 645) Jesús resucitado establece con sus discípulos
relaciones directas mediante el tacto (cf. Lc 24, 39; Jn 20, 27) y el compartir
la comida (cf. Lc 24, 30. 41-43; Jn 21, 9. 13-15). Les invita así a reconocer
que él no es un espíritu (cf. Lc 24, 39), pero sobre todo a que comprueben que
el cuerpo resucitado con el que se presenta ante ellos es el mismo que ha sido
martirizado y crucificado ya que sigue llevando las huellas de su pasión (cf.
Lc 24, 40; Jn 20, 20. 27). Este cuerpo auténtico y real posee sin embargo al
mismo tiempo las propiedades nuevas de un cuerpo glorioso: no está situado en
el espacio ni en el tiempo, pero puede hacerse presente a su voluntad donde
quiere y cuando quiere (cf. Mt 28, 9. 16-17; Lc 24, 15. 36; Jn 20, 14. 19. 26;
21, 4) porque su humanidad ya no puede ser retenida en la tierra y no pertenece
ya más que al dominio divino del Padre (cf. Jn 20, 17). Por esta razón también
Jesús resucitado es soberanamente libre de aparecer como quiere: bajo la
apariencia de un jardinero (cf. Jn 20, 14-15) o "bajo otra figura"
(Mc 16, 12) distinta de la que les era familiar a los discípulos, y eso para
suscitar su fe (cf. Jn 20, 14. 16; 21, 4. 7).
Para la reflexión
(C.I.C 646) La Resurrección de Cristo no fue un retorno a la
vida terrena como en el caso de las resurrecciones que Él había realizado antes
de Pascua: la hija de Jairo, el joven de Naim, Lázaro. Estos hechos eran
acontecimientos milagrosos, pero las personas afectadas por el milagro volvían
a tener, por el poder de Jesús, una vida terrena "ordinaria". En cierto
momento, volverán a morir. La Resurrección de Cristo es esencialmente
diferente. En su cuerpo resucitado, pasa del estado de muerte a otra vida más
allá del tiempo y del espacio. En la Resurrección, el cuerpo de Jesús se llena
del poder del Espíritu Santo; participa de la vida divina en el estado de su
gloria, tanto que San Pablo puede decir de Cristo que es "el hombre
celestial" (cf. 1Co 15, 35-50).
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