sábado, 1 de agosto de 2015
492. ¿Cuáles son los principales pecados contra la castidad? (Primera parte)
(Compendio
492) Son pecados gravemente contrarios a la castidad, cada uno según la
naturaleza del propio objeto: el adulterio, la masturbación, la fornicación, la
pornografía, la prostitución, el estupro y los actos homosexuales. Estos
pecados son expresión del vicio de la lujuria. Si se cometen con menores, estos
actos son un atentado aún más grave contra su integridad física y moral.
Resumen
(C.I.C 2394)
Cristo es el modelo de la castidad. Todo bautizado es llamado a llevar una vida
casta, cada uno según su estado de vida. (C.I.C 2395) La castidad significa la
integración de la sexualidad en la persona. Entraña el aprendizaje del dominio
personal. (C.I.C 2396) Entre los pecados gravemente contrarios a la castidad se
deben citar la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y
las prácticas homosexuales.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2351) La lujuria es un deseo o un goce
desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando
es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de
unión.
Para la reflexión
(C.I.C 2352) Por masturbación se ha de entender la
excitación voluntaria de los órganos genitales a fin de obtener un placer
venéreo. ‘Tanto el Magisterio de la Iglesia, de acuerdo con una tradición
constante, como el sentido moral de los fieles, han afirmado sin ninguna duda
que la masturbación es un acto intrínseca y gravemente desordenado’. ‘El uso
deliberado de la facultad sexual fuera de las relaciones conyugales normales
contradice a su finalidad, sea cual fuere el motivo que lo determine’. Así, el
goce sexual es buscado aquí al margen de ‘la relación sexual requerida por el
orden moral; aquella relación que realiza el sentido íntegro de la mutua
entrega y de la procreación humana en el contexto de un amor verdadero’ (Persona humana 9). Para emitir un juicio
justo acerca de la responsabilidad moral de los sujetos y para orientar la
acción pastoral, ha de tenerse en cuenta la inmadurez afectiva, la fuerza de
los hábitos contraídos, el estado de angustia u otros factores psíquicos o
sociales que pueden atenuar o tal vez reducir al mínimo la culpabilidad moral. (Continua)
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