domingo, 9 de agosto de 2015
497. ¿Cuándo es moral la regulación de la natalidad?
(Compendio
497) La regulación de la natalidad, que representa uno de los aspectos de la
paternidad y de la maternidad responsables, es objetivamente conforme a la
moralidad cuando se lleva a cabo por los esposos sin imposiciones externas; no
por egoísmo, sino por motivos serios; y con métodos conformes a los criterios
objetivos de la moralidad, esto es, mediante la continencia periódica y el
recurso a los períodos de infecundidad.
Resumen
(C.I.C 2399) La
regulación de la natalidad representa uno de los aspectos de la paternidad y la
maternidad responsables. La legitimidad de las intenciones de los esposos no
justifica el recurso a medios moralmente reprobables (p.e., la esterilización
directa o la anticoncepción).
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2368) Un
aspecto particular de esta responsabilidad se refiere a la regulación de la procreación. Por razones justificadas (Gaudium et spes, 50), los esposos pueden
querer espaciar los nacimientos de sus hijos. En este caso, deben cerciorarse
de que su deseo no nace del egoísmo, sino que es conforme a la justa
generosidad de una paternidad responsable. Por otra parte, ordenarán su
comportamiento según los criterios objetivos de la moralidad: “El carácter
moral de la conducta […], cuando se trata de conciliar el amor conyugal con la
transmisión responsable de la vida, no depende sólo de la sincera intención y
la apreciación de los motivos, sino que debe determinarse a partir de criterios
objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos; criterios que
conserven íntegro el sentido de la donación mutua y de la procreación humana en
el contexto del amor verdadero; esto es imposible si no se cultiva con sinceridad
la virtud de la castidad conyugal” (Gaudium
et spes, 51).
Para la reflexión
(C.I.C 2369)
‘Salvaguardando ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto
conyugal conserva íntegro el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenación
a la altísima vocación del hombre a la paternidad’ (Humanae vitae, 12).
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