domingo, 2 de agosto de 2015
492. ¿Cuáles son los principales pecados contra la castidad? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 492
- repetición) Son pecados gravemente contrarios a la castidad,
cada uno según la naturaleza del propio objeto: el adulterio, la masturbación,
la fornicación, la pornografía, la prostitución, el estupro y los actos
homosexuales. Estos pecados son expresión del vicio de la lujuria. Si se
cometen con menores, estos actos son un atentado aún más grave contra su
integridad física y moral.
Resumen
(C.I.C 2394)
Cristo es el modelo de la castidad. Todo bautizado es llamado a llevar una vida
casta, cada uno según su estado de vida. (C.I.C 2396) Entre los pecados
gravemente contrarios a la castidad se deben citar la masturbación, la
fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2354) La pornografía consiste en sacar de la
intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para
exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad
porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la
dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues
cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una
ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo
ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la
producción y la distribución de material pornográfico. (C.I.C 2356) La violación es forzar o agredir con violencia
la intimidad sexual de una persona. Atenta contra la justicia y la caridad. La
violación lesiona profundamente el derecho de cada uno al respeto, a la
libertad, a la integridad física y moral. Produce un daño grave que puede
marcar a la víctima para toda la vida. Es siempre un acto intrínsecamente malo.
Más grave todavía es la violación cometida por parte de los padres (cf.
incesto) o de educadores con los niños que les están confiados.
Para la reflexión
(C.I.C 2355) La prostitución atenta contra la dignidad
de la persona que se prostituye, puesto que queda reducida al placer venéreo
que se saca de ella. El que paga peca gravemente contra sí mismo: quebranta la
castidad a la que lo comprometió su bautismo y mancha su cuerpo, templo del
Espíritu Santo (cf. 1Co 6, 15-20). La prostitución constituye una lacra social.
Habitualmente afecta a las mujeres, pero también a los hombres, los niños y los
adolescentes (en estos dos últimos casos el pecado entraña también un
escándalo). Es siempre gravemente pecaminoso dedicarse a la prostitución, pero
la miseria, el chantaje, y la presión social pueden atenuar la imputabilidad de
la falta. (Continua)
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