miércoles, 5 de agosto de 2015
494. ¿Cuáles son los deberes de las autoridades civiles respecto a la castidad?
(Compendio
494) Las autoridades civiles, en cuanto obligadas a promover el respeto a la
dignidad de la persona humana, deben contribuir a crear un ambiente favorable a
la castidad, impidiendo inclusive, mediante leyes adecuadas, algunas de las
graves ofensas a la castidad antes mencionadas, en orden sobre todo a proteger
a los menores y a los más débiles.
Resumen
(C.I.C 2254) La
autoridad pública está obligada a respetar los derechos fundamentales de la
persona humana y las condiciones del ejercicio de su libertad.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2354) La pornografía consiste en sacar de la
intimidad de los protagonistas actos sexuales, reales o simulados, para
exhibirlos ante terceras personas de manera deliberada. Ofende la castidad
porque desnaturaliza la finalidad del acto sexual. Atenta gravemente a la
dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues
cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una
ganancia ilícita. Introduce a unos y a otros en la ilusión de un mundo
ficticio. Es una falta grave. Las autoridades civiles deben impedir la
producción y la distribución de material pornográfico. (C.I.C 2235) Los que
ejercen una autoridad deben ejercerla como un servicio. ‘El que quiera llegar a
ser grande entre vosotros, será vuestro esclavo’ (Mt 20, 26). El ejercicio de
una autoridad está moralmente regulado por su origen divino, su naturaleza racional
y su objeto específico. Nadie puede ordenar o establecer lo que es contrario a
la dignidad de las personas y a la ley natural.
Para la reflexión
(C.I.C 1740) Amenazas para
la libertad. El ejercicio de la libertad no implica el derecho a decir y hacer
cualquier cosa. Es falso concebir al hombre ‘sujeto de esa libertad como un
individuo autosuficiente que busca la satisfacción de su interés propio en el
goce de los bienes terrenales’ (Libertatis
conscientia, 13). Por otra parte, las condiciones de orden económico y
social, político y cultural requeridas para un justo ejercicio de la libertad
son, con demasiada frecuencia, desconocidas y violadas. Estas situaciones de
ceguera y de injusticia gravan la vida moral y colocan tanto a los fuertes como
a los débiles en la tentación de pecar contra la caridad. Al apartarse de la
ley moral, el hombre atenta contra su propia libertad, se encadena a sí mismo,
rompe la fraternidad con sus semejantes y se rebela contra la verdad divina.
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