sábado, 25 de julio de 2015
486. ¿Qué es necesario hacer para evitar la guerra?
(Compendio 486) Se debe hacer todo lo
razonablemente posible para evitar a toda costa la guerra, teniendo en cuenta
los males e injusticias que ella misma provoca. En particular, es necesario
evitar la acumulación y el comercio de armas no debidamente reglamentadas por
los poderes legítimos; las injusticias, sobre todo económicas y sociales; las
discriminaciones étnicas o religiosas; la envidia, la desconfianza, el orgullo
y el espíritu de venganza. Cuanto se haga por eliminar estos u otros desórdenes
ayuda a construir la paz y a evitar la guerra.
Resumen
(C.I.C 2327) A causa de los males y de las
injusticias que ocasiona toda guerra, debemos hacer todo lo que es
razonablemente posible para evitarla. La Iglesia implora así: ‘del hambre, de
la peste y de la guerra, líbranos Señor’. (C.I.C 2328) La Iglesia y la razón
humana afirman la validez permanente de la ley moral durante los conflictos
armados. Las prácticas deliberadamente contrarias al derecho de gentes y a sus
principios universales son crímenes. (C.I.C 2329) ‘La carrera de armamentos es
una plaga gravísima de la humanidad y perjudica a los pobres de modo
intolerable’ (Gaudium et spes, 81).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2315) La acumulación de armas es para muchos como una manera paradójica de
apartar de la guerra a posibles adversarios. Ven en ella el más eficaz de los
medios, para asegurar la paz entre las naciones. Este procedimiento de
disuasión merece severas reservas morales. La carrera de armamentos no asegura
la paz. En lugar de eliminar las causas de guerra, corre el riesgo de
agravarlas. La inversión de riquezas fabulosas en la fabricación de armas
siempre más modernas impide la ayuda a los pueblos indigentes (cf. Populorum progressio, 53), y obstaculiza
su desarrollo. El exceso de armamento multiplica las razones de conflictos y
aumenta el riesgo de contagio. (C.I.C 2316) La
producción y el comercio de armas atañen hondamente al bien común de las
naciones y de la comunidad internacional. Por tanto, las autoridades tienen el
derecho y el deber de regularlas. La búsqueda de intereses privados o
colectivos a corto plazo no legitima empresas que fomentan violencias y
conflictos entre las naciones, y que comprometen el orden jurídico internacional.
Para la reflexión
(C.I.C 2317) Las injusticias, las
desigualdades excesivas de orden económico o social, la envidia, la
desconfianza y el orgullo, que existen entre los hombres y las naciones,
amenazan sin cesar la paz y causan las guerras. Todo lo que se hace para
superar estos desórdenes contribuye a edificar la paz y evitar la guerra: “En
la medida en que los hombres son pecadores, les amenaza y les amenazará hasta
la venida de Cristo, el peligro de guerra; en la medida en que, unidos por la
caridad, superan el pecado, se superan también las violencias hasta que se
cumpla la palabra: ‘De sus espadas forjarán arados y de sus lanzas podaderas.
Ninguna nación levantará ya más la espada contra otra y no se adiestrarán más
para el combate’” (Is 2, 4) (Gaudium et
spes, 78).
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