domingo, 19 de julio de 2015
481. ¿En qué consiste la paz en el mundo?
(Compendio 481) La paz en el mundo, que es la búsqueda
del respeto y del desarrollo de la vida humana, no es simplemente ausencia de guerra
o equilibrio de fuerzas contrarias, sino que es «la tranquilidad del orden»
(San Agustín), «fruto de la justicia» (Is 32, 17) y efecto de la caridad. La
paz en la tierra es imagen y fruto de la paz de Cristo.
Resumen
(C.I.C 2327) A causa de los males y de las injusticias que
ocasiona toda guerra, debemos hacer todo lo que es razonablemente posible para
evitarla. La Iglesia implora así: ‘del hambre, de la peste y de la guerra,
líbranos Señor’.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2304) El respeto y el desarrollo de la vida humana
exigen la paz. La paz no es sólo ausencia de guerra y no se limita a asegurar
el equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra, sin
la salvaguardia de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los
seres humanos, el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos, la
práctica asidua de la fraternidad. Es la ‘tranquilidad del orden’ (San Agustín,
De civitate Dei, 19, 13: PL 41, 640).
Es obra de la justicia (cf. Is 32, 17) y efecto de la caridad (cf. Gaudium et spes, 78).
Para la reflexión
(C.I.C 2305) La paz terrenal es imagen y fruto de la paz de Cristo, el ‘Príncipe de la paz’
mesiánica (Is 9, 5). Por la sangre de su cruz, ‘dio muerte al odio en su carne’
(Ef 2, 16; cf. Col 1, 20-22), reconcilió con Dios a los hombres e hizo de su
Iglesia el sacramento de la unidad del género humano y de su unión con Dios.
‘El es nuestra paz’ (Ef 2, 14). Declara ‘bienaventurados a los que construyen
la paz’ (Mt 5, 9). (C.I.C 2306) Los que renuncian a la acción violenta y
sangrienta y recurren para la defensa de los derechos del hombre a medios que
están al alcance de los más débiles, dan testimonio de caridad evangélica,
siempre que esto se haga sin lesionar los derechos y obligaciones de los otros
hombres y de las sociedades. Atestiguan legítimamente la gravedad de los
riesgos físicos y morales del recurso a la violencia con sus ruinas y sus
muertes (cf. Gaudium et spes, 78).
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