sábado, 18 de julio de 2015
480. ¿Qué exige el Señor a toda persona para la defensa de la paz?
(Compendio 480) El Señor que proclama «bienaventurados
los que construyen la paz» (Mt 5, 9), exige la paz del corazón y denuncia la
inmoralidad de la ira, que es el deseo de venganza por el mal recibido, y del
odio, que lleva a desear el mal al prójimo. Estos comportamientos, si son
voluntarios y consentidos en cosas de gran importancia, son pecados graves
contra la caridad.
Resumen
(C.I.C 2330) ‘Bienaventurados los que construyen la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios’ (Mt 5, 9).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 2302) Recordando el precepto: ‘No matarás’ (Mt 5,
21), nuestro Señor pide la paz del corazón y denuncia la inmoralidad de la
cólera homicida y del odio: La ira es
un deseo de venganza. ‘Desear la venganza para el mal de aquel a quien es
preciso castigar, es ilícito’; pero es loable imponer una reparación ‘para la
corrección de los vicios y el mantenimiento de la justicia’ (Santo Tomás de
Aquino, Summa theologiae, 2-2, 158, 1
ad 3). Si la ira llega hasta el deseo deliberado de matar al prójimo o de
herirlo gravemente, constituye una falta grave contra la caridad; es pecado
mortal. El Señor dice: ‘Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será
reo ante el tribunal’ (Mt 5, 22).
Para la reflexión
(C.I.C 2303) El odio
voluntario es contrario a la caridad. El odio al prójimo es pecado cuando se le
desea deliberadamente un mal. El odio al prójimo es un pecado grave cuando se
le desea deliberadamente un daño grave. ‘Pues yo os digo: Amad a vuestros
enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre
celestial...’ (Mt 5, 44-45).
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