miércoles, 26 de noviembre de 2014
313. ¿Cómo es considerada la enfermedad en el Antiguo Testamento?
(Compendio 313) En el Antiguo Testamento, el hombre
experimenta en la enfermedad su propia limitación y, al mismo tiempo, percibe
que ésta se halla misteriosamente vinculada al pecado. Los profetas intuyeron
que la enfermedad podía tener también un valor redentor de los pecados propios
y ajenos. Así, la enfermedad se vivía ante Dios, de quien el hombre imploraba
la curación.
Resumen
(C.I.C 1526) "¿Está enfermo
alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él
y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al
enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometidos pecados, le
serán perdonados" (St 5,14-15).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1502) El hombre del Antiguo
Testamento vive la enfermedad de cara a Dios. Ante Dios se lamenta por su
enfermedad (cf. Sal 38) y de Él, que es el Señor de la vida y de la muerte,
implora la curación (cf. Sal 6,3; Is 38). La enfermedad se convierte en camino
de conversión (cf. Sal 38,5; 39,9.12) y el perdón de Dios inaugura la curación
(cf. Sal 32,5; 107,20; Mc 2,5-12). Israel experimenta que la enfermedad, de una
manera misteriosa, se vincula al pecado y al mal; y que la fidelidad a Dios,
según su Ley, devuelve la vida: "Yo, el Señor, soy el que te sana"
(Ex 15,26). El profeta entrevé que el sufrimiento puede tener también un
sentido redentor por los pecados de los demás (cf. Is 53,11). Finalmente,
Isaías anuncia que Dios hará venir un tiempo para Sión en que perdonará toda
falta y curará toda enfermedad (cf. Is 33,24).
Para la reflexión
(C.I.C 1500) La enfermedad y el
sufrimiento se han contado siempre entre los problemas más graves que aquejan
la vida humana. En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia, sus
límites y su finitud. Toda enfermedad puede hacernos entrever la muerte. (C.I.C
1501) La enfermedad puede conducir a la angustia, al
repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión
contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir
en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha
frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él. (C.I.C
1499) "Con la sagrada unción de los enfermos y
con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia entera encomienda a los
enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve.
Incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo; y
contribuir, así, al bien del Pueblo de Dios" (Lumen gentium, 11).
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