viernes, 7 de noviembre de 2014
301. ¿De qué modos se expresa la penitencia en la vida cristiana? (Primera parte)
(Compendio 301) La penitencia puede tener expresiones muy
variadas, especialmente el ayuno, la oración y la limosna. Estas y otras muchas
formas de penitencia pueden ser practicadas en la vida cotidiana del cristiano,
en particular en tiempo de Cuaresma y el viernes, día penitencial.
Resumen
(C.I.C 1437) La lectura de la
Sagrada Escritura, la oración de la Liturgia de las Horas y del Padre Nuestro,
todo acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el espíritu de
conversión y de penitencia y contribuye al perdón de nuestros pecados.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1434) La penitencia interior
del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres
insisten sobre todo en tres formas: el
ayuno, la oración, la limosna (cf. Tb 12,8; Mt 6,1-18), que expresan la
conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los
demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el
martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos
realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la
preocupación por la salvación del prójimo (cf. St 5,20), la intercesión de los
santos y la práctica de la caridad "que cubre multitud de pecados"
(1P 4,8).
Para la reflexión
(C.I.C 1439) El proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito
maravillosamente por Jesús en la parábola llamada "del hijo pródigo",
cuyo centro es "el Padre misericordioso" (Cf. Lc 15,11-24): la
fascinación de una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la
miseria extrema en que el hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna;
la humillación profunda de verse obligado a apacentar cerdos, y peor aún, la de
desear alimentarse de las algarrobas que comían los cerdos; la reflexión sobre
los bienes perdidos; el arrepentimiento y la decisión de declararse culpable
ante su padre, el camino del retorno; la acogida generosa del padre; la alegría
del padre: todos estos son rasgos propios del proceso de conversión. El mejor
vestido, el anillo y el banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva,
pura, digna, llena de alegría que es la vida del hombre que vuelve a Dios y al
seno de su familia, que es la Iglesia. Sólo el corazón de Cristo que conoce las
profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su
misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza. (Continua)
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