viernes, 14 de noviembre de 2014
304. ¿Qué pecados deben confesarse?
(Compendio 304) Se deben confesar todos los pecados
graves aún no confesados que se recuerdan después de un diligente examen de
conciencia. La confesión de los pecados graves es el único modo ordinario de
obtener el perdón.
Resumen
(C.I.C 1493) El que quiere obtener
la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe confesar al sacerdote todos
los pecados graves que no ha confesado aún y de los que se acuerda tras
examinar cuidadosamente su conciencia. Sin ser necesaria, de suyo, la confesión
de las faltas veniales está recomendada vivamente por la Iglesia.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1456) La confesión de los
pecados hecha al sacerdote constituye una parte esencial del sacramento de la
penitencia: "En la confesión, los penitentes deben enumerar todos los
pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente,
incluso s i estos pecados son muy secretos y s i han sido cometidos solamente
contra los dos últimos mandamientos del Decálogo (cf Ex 20,17; Mt 5,28), pues,
a veces, estos pecados hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que
los que han sido cometidos a la vista de todos" (Concilio de Trento: DS 1680): “Cuando los fieles de Cristo se
esfuerzan por confesar todos los pecados que recuerdan, no se puede dudar que
están presentando ante la misericordia divina para su perdón todos los pecados
que han cometido. ‘Quienes actúan de otro modo y callan conscientemente algunos
pecados, no están presentando ante la bondad divina nada que pueda ser
perdonado por mediación del sacerdote. Porque si el enfermo se avergüenza de
descubrir su llaga al médico, la medicina no cura lo que ignora'” (Concilio de Trento: DS 1680; cf. San Jerónimo, Commentarius in Ecclesiasten 10, 11: PL 23, 1096).
Para la reflexión
(C.I.C 1455) La confesión de los
pecados (acusación), incluso desde un punto de vista simplemente humano, nos
libera y facilita nuestra reconciliación con los demás. Por la confesión, el
hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su
responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la
Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro.
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