domingo, 16 de noviembre de 2014
306. ¿Por qué también los pecados veniales pueden ser objeto de la confesión sacramental?
(Compendio 306) La Iglesia recomienda vivamente la
confesión de los pecados veniales aunque no sea estrictamente necesaria, ya que
ayuda a formar una recta conciencia y a luchar contra las malas inclinaciones,
a dejarse curar por Cristo y a progresar en la vida del Espíritu.
Resumen
(C.I.C 1493) El que quiere obtener
la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe confesar al sacerdote todos
los pecados graves que no ha confesado aún y de los que se acuerda tras
examinar cuidadosamente su conciencia. Sin ser necesaria, de suyo, la confesión
de las faltas veniales está recomendada vivamente por la Iglesia.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1458) Sin ser estrictamente
necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda
vivamente por la Iglesia (cf. Concilio de Trento: DS 1680; CIC canon 988, 2). En efecto, la confesión
habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra
las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del
Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de
la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también
misericordioso (cf. Lc 6,36): “Quien confiesa y se acusa de sus pecados hace la
pace con Dios. Dios reprueba tus pecados. Si tú haces lo mismo, te unes a Dios.
Hombre y pecador son dos cosas distintas; cuando oyes, hombre, oyes lo que hizo
Dios; cuando oyes, pecador, oyes, lo que el mismo hombre hizo. Deshaz lo que hiciste para que Dios
salve lo que hizo. Es preciso que aborrezcas tu obra y que ames en ti la obra
de Dios. Cuando empiezas a detestar lo que hiciste, entonces empiezan tu buenas
obras, porque repruebas las tuyas malas. […] Practicas la verdad y vienes a la
luz” (San Agustín, In Iohannis evangelium
tractatus, 12, 13: PL 35, 1491).
Para la reflexión
(C.I.C 2046) Llevando una vida según Cristo, los cristianos apresuran la venida del Reino de Dios,
‘Reino de justicia, de verdad y de paz’ (Solemnidad
de N. Señor Jesucristo Rey del Universo,
Prefacio: Misal Romano). Esto no
significa que abandonen sus tareas terrenas, sino que, fieles a su Maestro, las
cumplen con rectitud, paciencia y amor. (C.I.C 1783)
Hay que formar la conciencia, y esclarecer el juicio moral. Una conciencia bien
formada es recta y veraz. Formula sus juicios según la razón, conforme al bien
verdadero querido por la sabiduría del Creador. La educación de la conciencia
es indispensable a seres humanos sometidos a influencias negativas y tentados
por el pecado a preferir su propio juicio y a rechazar las enseñanzas
autorizadas.
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