lunes, 27 de octubre de 2014
292. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión? (Primera parte)
(Compendio 292) La sagrada Comunión
acrecienta nuestra unión con Cristo y con su Iglesia, conserva y renueva la
vida de la gracia, recibida en el Bautismo y la Confirmación y nos hace crecer
en el amor al prójimo. Fortaleciéndonos en la caridad, nos perdona los pecados
veniales y nos preserva de los pecados mortales para el futuro.
Resumen
(C.I.C 1416) La
Sagrada Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del
comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de
pecados graves. Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo
son reforzados, la recepción de este sacramento fortalece la unidad de la
Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1391) La comunión acrecienta nuestra unión con
Cristo. Recibir la Eucaristía en la comunión da como fruto principal la
unión íntima con Cristo Jesús. En efecto, el Señor dice: "Quien come mi
Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él" (Jn 6,56). La vida en
Cristo encuentra su fundamento en el banquete eucarístico: "Lo mismo que
me ha enviado el Padre, que vive, y yo vivo por el Padre, también el que me
coma vivirá por mí" (Jn 6,57): “Cuando en las fiestas del Señor los fieles
reciben el Cuerpo del Hijo, proclaman unos a otros la Buena Nueva de que se dan
las arras de la vida, como cuando el ángel dijo a María [de Magdala]:
"¡Cristo ha resucitado!" He aquí que ahora también la vida y la
resurrección son comunicadas a quien recibe a Cristo” (Fanqîth, Breviarium iuxta ritum Ecclesiae de
Antiochenae Sirorum, v. 1).
Para la reflexión
(C.I.C 1392) Lo que
el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza
de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la Carne de
Cristo resucitado, “vivificada por el Espíritu Santo y vivificante” (Presbiterorum Ordinis, 5), conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia
recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser
alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el
momento de la muerte, cuando nos sea dada como viático. (Continua)
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