martes, 21 de octubre de 2014
287. ¿Por qué la Eucaristía es el banquete pascual? (Tercera parte - continuación)
(Compendio 287 - repetición) La Eucaristía es el banquete pascual porque
Cristo, realizando sacramentalmente su Pascua, nos entrega su Cuerpo y su
Sangre, ofrecidos como comida y bebida, y nos une con Él y entre nosotros en su
sacrificio.
Resumen
(C.I.C 1406) Jesús
dijo: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan,
vivirá para siempre [...] El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida
eterna [...] permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 51. 54. 56). (C.I.C
1409) La Eucaristía es el memorial de la Pascua de
Cristo, es decir, de la obra de la salvación realizada por la vida, la muerte y
la resurrección de Cristo, obra que se hace presente por la acción litúrgica.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1394) Como el
alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía
fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta
caridad vivificada borra los pecados
veniales (cf. Concilio de Trento: DS
1638). Dándose a nosotros, Cristo reaviva nuestro amor y nos hace capaces de
romper los lazos desordenados con las criaturas y de arraigarnos en Él: “Porque
Cristo murió por nuestro amor, cuando hacemos conmemoración de su muerte en
nuestro sacrificio, pedimos que venga el Espíritu Santo y nos comunique el
amor; suplicamos fervorosamente que aquel mismo amor que impulsó a Cristo a
dejarse crucificar por nosotros sea infundido por el Espíritu Santo en nuestros
propios corazones, con objeto de que consideremos al mundo como crucificado
para nosotros, y sepamos vivir crucificados para el mundo [...] y, llenos de
caridad, muertos para el pecado vivamos para Dios (San Fulgencio de Ruspe, Contra gesta Fabiani 28, 17: PL 65, 789).
(C.I.C 1395) Por la misma caridad que enciende
en nosotros, la Eucaristía nos preserva
de futuros pecados mortales. Cuanto más participamos en la vida de Cristo y
más progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará romper con Él por
el pecado mortal. La Eucaristía no está ordenada al perdón de los pecados
mortales. Esto es propio del sacramento de la Reconciliación. Lo propio de la
Eucaristía es ser el sacramento de los que están en plena comunión con la
Iglesia.
Para la reflexión
(C.I.C 1396) La unidad del Cuerpo místico: La Eucaristía
hace la Iglesia. Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a
Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles en un solo cuerpo: la
Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a la Iglesia
realizada ya por el Bautismo. En el Bautismo fuimos llamados a no formar más
que un solo cuerpo (cf. 1Co 12,13). La Eucaristía realiza esta llamada:
"El cáliz de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre
de Cristo? y el pan que partimos ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?
Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos
participamos de un solo pan" (1Co 10,16-17): “Si vosotros mismos sois
Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es puesto sobre la mesa del
Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis "amén" (es
decir, "sí", "es verdad") a lo que recibís, con lo que,
respondiendo, lo reafirmáis. Oyes decir "el Cuerpo de Cristo", y
respondes "amén". Por lo tanto, se tú verdadero miembro de Cristo
para que tu "amén" sea también verdadero” (San Agustín, Sermo 272: PL 38, 1247). [Fin]
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