miércoles, 8 de octubre de 2014
279. ¿Cuáles son los elementos esenciales y necesarios para celebrar la Eucaristía?
(Compendio 279) Los elementos esenciales y
necesarios para celebrar la Eucaristía son el pan de trigo y el vino de vid.
Resumen
(C.I.C 1412) Los
signos esenciales del sacramento eucarístico son pan de trigo y vino de vid,
sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu Santo y el presbítero
pronuncia las palabras de la consagración dichas por Jesús en la última cena:
"Esto es mi Cuerpo entregado por vosotros [...] Este es el cáliz de mi
Sangre..."
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1334) En la
Antigua Alianza, el pan y el vino eran ofrecidos como sacrificio entre las
primicias de la tierra en señal de reconocimiento al Creador. Pero reciben
también una nueva significación en el contexto del Exodo: los panes ácimos que
Israel come cada año en la Pascua conmemoran la salida apresurada y liberadora
de Egipto. El recuerdo del maná del desierto sugerirá siempre a Israel que vive
del pan de la Palabra de Dios (Dt 8,3). Finalmente, el pan de cada día es el
fruto de la Tierra prometida, prenda de la fidelidad de Dios a sus promesas. El
"cáliz de bendición" (1Co 10,16), al final del banquete pascual de
los judíos, añade a la alegría festiva del vino una dimensión escatológica, la
de la espera mesiánica del restablecimiento de Jerusalén. Jesús instituyó su
Eucaristía dando un sentido nuevo y definitivo a la bendición del pan y del
cáliz.
Para la reflexión
(C.I.C 1406) Jesús
dijo: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan,
vivirá para siempre [...] El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida
eterna [...] permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 51. 54. 56). (C.I.C
1335) Los milagros de la multiplicación de los panes,
cuando el Señor dijo la bendición, partió y distribuyó los panes por medio de
sus discípulos para alimentar la multitud, prefiguran la sobreabundancia de
este único pan de su Eucaristía (cf. Mt 14,13-21; 15, 32-29). El signo del agua
convertida en vino en Caná (cf. Jn 2,11) anuncia ya la Hora de la glorificación
de Jesús. Manifiesta el cumplimiento del banquete de las bodas en el Reino del
Padre, donde los fieles beberán el vino nuevo (cf. Mc 14,25) convertido en
Sangre de Cristo.
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