martes, 7 de octubre de 2014
278. ¿Quién es el ministro de la celebración de la Eucaristía?
(Compendio 278) El ministro de la
celebración de la Eucaristía es el sacerdote (obispo o presbítero), válidamente
ordenado, que actúa en la persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia.
Resumen
(C.I.C 1411) Sólo
los presbíteros válidamente ordenados pueden presidir la Eucaristía y consagrar
el pan y el vino para que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre del Señor.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1348) Todos se reúnen. Los cristianos acuden a
un mismo lugar para la asamblea eucarística. A su cabeza está Cristo mismo que
es el actor principal de la Eucaristía. El es sumo sacerdote de la Nueva
Alianza. El mismo es quien preside invisiblemente toda celebración eucarística.
Como representante suyo, el obispo o el presbítero (actuando in persona Christi capitis) preside la
asamblea, toma la palabra después de las lecturas, recibe las ofrendas y dice
la plegaria eucarística. Todos tienen
parte activa en la celebración, cada uno a su manera: los lectores, los que
presentan las ofrendas, los que dan la comunión, y el pueblo entero cuyo
"Amén" manifiesta su participación. (C.I.C 1140) Es toda la comunidad, el Cuerpo de Cristo unido a
su Cabeza quien celebra. "Las acciones litúrgicas no son acciones
privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es `sacramento de unidad', esto
es, pueblo santo, congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos. Por
tanto, pertenecen a todo el Cuerpo de la Iglesia, influyen en él y lo
manifiestan, pero afectan a cada miembro de este Cuerpo de manera diferente,
según la diversidad de órdenes, funciones y participación actual" (Sacrosanctum Concilium, 26). Por eso también, "siempre que los ritos, según la
naturaleza propia de cada uno, admitan una celebración común, con asistencia y
participación activa de los fieles, hay que inculcar que ésta debe ser
preferida, en cuanto sea posible, a una celebración individual y casi
privada" (Sacrosanctum
Concilium, 27).
Para la reflexión
(C.I.C 1141) La
asamblea que celebra es la comunidad de los bautizados que, "por el nuevo
nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa
espiritual y sacerdocio santo para que ofrezcan a través de todas las obras
propias del cristiano, sacrificios espirituales" (Lumen gentium, 10). Este "sacerdocio común" es el de
Cristo, único Sacerdote, participado por todos sus miembros (cf. Lumen gentium, 10; 34; Presbiterorum Ordinis, 2): “La Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a
todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las
celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma y a la
cual tiene derecho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo cristiano ‘linaje
escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido’" (1P 2,9; 2,4-5;
Sacrosanctum Concilium, 14). (C.I.C 1142) Pero
"todos los miembros no tienen la misma función" (Rm 12,4). Algunos
son llamados por Dios en y por la Iglesia a un servicio especial de la comunidad.
Estos servidores son escogidos y consagrados por el sacramento del Orden, por
el cual el Espíritu Santo los hace aptos para actuar en representación de
Cristo-Cabeza para el servicio de todos los miembros de la Iglesia (cf. Presbiterorum Ordinis, 2 ; 15). El ministro ordenado es como el "icono"
de Cristo Sacerdote. Por ser en la Eucaristía donde se manifiesta plenamente el
sacramento de la Iglesia, es también en la presidencia de la Eucaristía donde
el ministerio del obispo aparece en primer lugar, y en comunión con él, el de
los presbíteros y los diáconos.
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