domingo, 5 de octubre de 2014
277. ¿Cómo se desarrolla la celebración de la Eucaristía? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 277 - repetición) La celebración eucarística se desarrolla en dos
grandes momentos, que forman un solo acto de culto: la liturgia de la Palabra,
que comprende la proclamación y la escucha de la Palabra de Dios; y la liturgia
eucarística, que comprende la presentación del pan y del vino, la anáfora o
plegaria eucarística, con las palabras de la consagración, y la comunión.
Resumen
(C.I.C 1408) La
celebración eucarística comprende siempre: la proclamación de la Palabra de
Dios, la acción de gracias a Dios Padre por todos sus beneficios, sobre todo
por el don de su Hijo, la consagración del pan y del vino y la participación en
el banquete litúrgico por la recepción del Cuerpo y de la Sangre del Señor:
estos elementos constituyen un solo y mismo acto de culto.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1348) Todos se reúnen. Los cristianos acuden a
un mismo lugar para la asamblea eucarística. A su cabeza está Cristo mismo que
es el actor principal de la Eucaristía. El es sumo sacerdote de la Nueva
Alianza. El mismo es quien preside invisiblemente toda celebración eucarística.
Como representante suyo, el obispo o el presbítero (actuando in persona Christi capitis) preside la
asamblea, toma la palabra después de las lecturas, recibe las ofrendas y dice
la plegaria eucarística. Todos tienen
parte activa en la celebración, cada uno a su manera: los lectores, los que
presentan las ofrendas, los que dan la comunión, y el pueblo entero cuyo
"Amén" manifiesta su participación. (C.I.C 1349) La liturgia de
la Palabra comprende "los escritos de los profetas", es decir, el
Antiguo Testamento, y "las memorias de los apóstoles", es decir sus
cartas y los Evangelios; después la homilía que exhorta a acoger esta palabra
como lo que es verdaderamente, Palabra de Dios (cf. 1Ts 2,13), y a ponerla en
práctica; vienen luego las intercesiones por todos los hombres, según la
palabra del apóstol: "Ante todo, recomiendo que se hagan plegarias,
oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes
y por todos los constituidos en autoridad" (1 Tm 2,1-2).
Para la reflexión
(C.I.C 1350) La presentación de las ofrendas (el
ofertorio): entonces se lleva al altar, a veces en procesión, el pan y el vino
que serán ofrecidos por el sacerdote en nombre de Cristo en el sacrificio
eucarístico en el que se convertirán en su Cuerpo y en su Sangre. Es la acción
misma de Cristo en la última Cena, "tomando pan y una copa".
"Sólo la Iglesia presenta esta oblación, pura, al Creador, ofreciéndole
con acción de gracias lo que proviene de su creación" (San Ireneo de Lyon,
Adversus haereses, 4, 18, 4: PG 7,
1027; cf. Ml 1,11). La presentación de las ofrendas en el altar hace suyo el
gesto de Melquisedec y pone los dones del Creador en las manos de Cristo. Él es
quien, en su sacrificio, lleva a la perfección todos los intentos humanos de
ofrecer sacrificios. (C.I.C 1351) Desde el
principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos
presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad.
Esta costumbre de la colecta (cf. 1Co
16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre
para enriquecernos (cf. 2Co 8,9): “Los que son ricos y lo desean, cada uno
según lo que se ha impuesto; lo que es recogido es entregado al que preside, y
él atiende a los huérfanos y viudas, a los que la enfermedad u otra causa priva
de recursos, los presos, los inmigrantes y, en una palabra, socorre a todos los
que están en necesidad” (San Justino, Apologia,
1, 67: PG 6, 429). (Continua)
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