sábado, 11 de octubre de 2014
280. ¿En qué sentido la Eucaristía es memorial del sacrificio de Cristo? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 280 - repetición) La Eucaristía es memorial del sacrificio de
Cristo, en el sentido de que hace presente y actual el sacrificio que Cristo ha
ofrecido al Padre, una vez por todas, sobre la Cruz en favor de la humanidad.
El carácter sacrificial de la Eucaristía se manifiesta en las mismas palabras
de la institución: «Esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros» y «Este
cáliz es la nueva alianza en mi Sangre que se derrama por vosotros» (Lc 22,
19-20). El sacrificio de la Cruz y el sacrificio de la Eucaristía son un único
sacrificio. Son idénticas la víctima y el oferente, y sólo es distinto el modo
de ofrecerse: de manera cruenta en la cruz, incruenta en la Eucaristía.
Resumen
(C.I.C 1362) La Eucaristía es el memorial de
la Pascua de Cristo, la actualización y la ofrenda sacramental de su único
sacrificio, en la liturgia de la Iglesia que es su Cuerpo. En todas las
plegarias eucarísticas encontramos, tras las palabras de la institución, una
oración llamada anámnesis o memorial.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1365) Por ser memorial de la Pascua de
Cristo, la Eucaristía es también un
sacrificio. El carácter sacrificial de la Eucaristía se manifiesta en las
palabras mismas de la institución: "Esto es mi Cuerpo que será entregado
por vosotros" y "Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que será
derramada por vosotros" (Lc 22,19-20). En la Eucaristía, Cristo da el
mismo cuerpo que por nosotros entregó en la cruz, y la sangre misma que
"derramó por muchos […] para remisión de los pecados" (Mt 26,28).
(C.I.C 1367) El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues,
un único sacrificio: "La víctima
es una y la misma. El mismo el que se ofrece ahora por el ministerio de los
sacerdotes, el que se ofreció a sí misma en a cruz y sólo es diferente el modo
de ofrecer": (Concilio de Trento: DS 1743) "Y puesto que en este
divino sacrificio que se realiza en la misa, se contiene e inmola
incruentamente el mismo Cristo que en el altar de la cruz "se ofreció a sí
mismo una vez de modo cruento"; […] este sacrificio [es] verdaderamente
propiciatorio" (Ibid).
Para la reflexión
(C.I.C 613) La muerte de Cristo es a la vez el
sacrificio pascual que lleva a cabo
la redención definitiva de los hombres (cf. 1Co 5, 7; Jn 8, 34-36) por medio
del "cordero que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29; cf. 1P 1, 19)
y el sacrificio de la Nueva Alianza
(cf. 1Co 11, 25) que devuelve al hombre a la comunión con Dios (cf. Ex 24, 8)
reconciliándole con El por "la sangre derramada por muchos para remisión
de los pecados" (Mt 26, 28; cf. Lv 16, 15-16). (C.I.C 1366) La Eucaristía
es, pues, un sacrificio porque representa (= hace presente) el sacrificio de la
cruz, porque es su memorial y aplica
su fruto: “(Cristo), nuestro Dios y Señor […] se ofreció a Dios Padre […] una
vez por todas, muriendo como intercesor sobre el altar de la cruz, a fin de
realizar para ellos (los hombres) la redención eterna. Sin embargo, como su
muerte no debía poner fin a su sacerdocio (Hb 7,24.27), en la última Cena, ‘la
noche en que fue entregado’ (1Co 11,23), dejó a la Iglesia, su esposa amada, un
sacrificio visible (como lo reclama la naturaleza humana), donde se representara
el sacrificio sangriento que iba a realizarse una única vez en la cruz cuya
memoria se perpetuara hasta el fin de los siglos y cuya virtud saludable se
aplicaría a la redención de los pecados que cometemos cada día” (Concilio de
Trento: DS 1740). [Fin]
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