viernes, 24 de octubre de 2014
290. ¿Cuándo se debe recibir la sagrada Comunión?
(Compendio 290) La Iglesia recomienda a los
fieles que participan de la Santa Misa recibir también, con las debidas
disposiciones, la sagrada Comunión, estableciendo la obligación de hacerlo al
menos en Pascua.
Resumen
(C.I.C 1417) La
Iglesia recomienda vivamente a los fieles que reciban la sagrada comunión
cuando participan en la celebración de la Eucaristía; y les impone la
obligación de hacerlo al menos una vez al año.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1389) La
Iglesia obliga a los fieles “a participar los domingos y días de fiesta en la
divina liturgia” (cf. Ecclessiarum
Orientalium, 15) y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es
posible en tiempo pascual (cf. CIC canon 920), preparados por el sacramento de
la Reconciliación. Pero la Iglesia recomienda vivamente a los fieles recibir la
santa Eucaristía los domingos y los días de fiesta, o con más frecuencia aún,
incluso todos los días.
Para la reflexión
(C.I.C 2837) "De cada día". La palabra griega, epiousion, sólo se emplea en el Nuevo Testamento. Tomada en un
sentido temporal, es una repetición pedagógica de "hoy" (cf. Ex 16,
19-21) para confirmarnos en una confianza "sin reserva". Tomada en un
sentido cualitativo, significa lo necesario a la vida, y más ampliamente
cualquier bien suficiente para la subsistencia (cf. 1Tm 6, 8). Tomada al pie de
la letra (epiousion "lo más
esencial"), designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo,
"remedio de inmortalidad" (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Ephesios, 20, 2) sin el cual
no tenemos la Vida en nosotros (cf. Jn 6, 53-56) Finalmente, ligado a lo que
precede, el sentido celestial es claro: este "día" es el del Señor,
el del Festín del Reino, anticipado en la Eucaristía, en que pregustamos el
Reino venidero. Por eso conviene que la liturgia eucarística se celebre "cada
día". “La Eucaristía es nuestro pan cotidiano [...] La virtud propia de
este divino alimento es una fuerza de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y
hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos [...]
Este pan cotidiano se encuentra, además, en las lecturas que oís cada día en la
Iglesia, en los himnos que se cantan y que vosotros cantáis. Todo eso es
necesario en nuestra peregrinación” (San Agustín, Sermo 57, 7, 7: PL 38, 389-390). “El Padre del cielo nos exhorta a
pedir como hijos del cielo el Pan del cielo (cf. Jn 6, 51). Cristo mismo es el
pan que, sembrado en la Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión,
cocido en el Horno del sepulcro, reservado en la Iglesia, llevado a los
altares, suministra cada día a los fieles un alimento celestial” (San Pedro
Crisólogo, Sermo 67, 7: PL 52, 402).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario