viernes, 31 de octubre de 2014
294. ¿Por qué se dice que la Eucaristía es «prenda de la gloria futura»?
(Compendio 294) La Eucaristía es prenda de
la gloria futura porque nos colma de toda gracia y bendición del cielo, nos
fortalece en la peregrinación de nuestra vida terrena y nos hace desear la vida
eterna, uniéndonos a Cristo, sentado a la derecha del Padre, a la Iglesia del
cielo, a la Santísima Virgen y a todos los santos. «En la Eucaristía,
nosotros partimos "un mismo pan que es remedio de inmortalidad, antídoto
no para morir, sino para vivir en Jesucristo para siempre"» (San
Ignacio de Antioquía).
Resumen
(C.I.C 1406) Jesús
dijo: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan,
vivirá para siempre [...] El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida
eterna [...] permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 51. 54. 56). (C.I.C
1407) La Eucaristía es el corazón y la cumbre de la
vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus miembros
a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una vez por todas en
la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la
salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1402) En una
antigua oración, la Iglesia aclama el misterio de la Eucaristía: "O sacrum convivium in quo Christus sumitur:
Recolitur memoria passionis Eius; mens impletur gratia et futurae gloriae nobis
pignus datur" ("¡Oh sagrado banquete, en que Cristo es nuestra
comida; se celebra el memorial de su pasión; el alma se llena de gracia, y se
nos da la prenda de la gloria futura!") (Solemnidad del Santísimo Cuerpo
y Sangre de Cristo, Antífona del “Magnificat” para las II Vísperas: Liturgia de la Horas). Si la Eucaristía
es el memorial de la Pascua del Señor y si por nuestra comunión en el altar
somos colmados "de gracia y bendición" (Plegaria
Eucarística I o Canon Romano, 96: Misal
Romano), la Eucaristía es también la anticipación de la gloria celestial. (C.I.C
1403) En la última cena, el Señor mismo atrajo la
atención de sus discípulos hacia el cumplimiento de la Pascua en el reino de
Dios: "Y os digo que desde ahora no beberé de este fruto de la vid hasta
el día en que lo beba con vosotros, de nuevo, en el Reino de mi Padre" (Mt
26,29; cf. Lc 22,18; Mc 14,25). Cada vez que la Iglesia celebra la Eucaristía
recuerda esta promesa y su mirada se dirige hacia "el que viene" (Ap
1,4). En su oración, implora su venida: "Marana tha" (1Co 16,22), "Ven, Señor Jesús" (Ap
22,20), "que tu gracia venga y que este mundo pase" (Didaché 10,6).
Para la reflexión
(C.I.C 1404) La
Iglesia sabe que, ya ahora, el Señor viene en su Eucaristía y que está ahí en
medio de nosotros. Sin embargo, esta presencia está velada. Por eso celebramos la
Eucaristía "expectantes beatam spem
et adventum Salvatoris nostri Jesu Christi" ("Mientras esperamos
la gloriosa venida de Nuestro Salvador Jesucristo") (Ritual de la Comunión, 126; cf. Tt 2,13), pidiendo entrar "[en
tu reino], donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu
gloria; allí enjugarás las lágrimas de nuestros ojos, porque, al contemplarte
como Tú eres, Dios nuestro, seremos para siempre semejantes a ti y cantaremos
eternamente tus alabanzas, por Cristo, Señor Nuestro" (Plegaria Eucarística III, 116: Misal Romano). (C.I.C 1405) De esta gran esperanza, la de los cielos nuevos y la
tierra nueva en los que habitará la justicia (cf. 2P 3,13), no tenemos prenda
más segura, signo más manifiesto que la Eucaristía. En efecto, cada vez que se
celebra este misterio, "se realiza la obra de nuestra redención" (Lumen gentium, 3) y "partimos un
mismo pan […] que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, sino para
vivir en Jesucristo para siempre" (San Ignacio de Antioquía, Epistula ad Ephesios 20, 2).
jueves, 30 de octubre de 2014
293. ¿Cuándo se puede administrar la sagrada Comunión a los otros cristianos?
293. ¿Cuándo se puede administrar la sagrada Comunión a los otros cristianos?
(Compendio 293) Los ministros católicos
administran lícitamente la sagrada Comunión a los miembros de las Iglesias
orientales que no están en plena comunión con la Iglesia católica, siempre que
éstos lo soliciten espontáneamente y tengan las debidas disposiciones.
Asimismo, los ministros católicos administran lícitamente la sagrada Comunión a
los miembros de otras comunidades eclesiales que, en presencia de una grave
necesidad, la pidan espontáneamente, estén bien dispuestos y manifiesten la fe
católica respecto al sacramento.
Resumen
(C.I.C 1401) Si, a
juicio del Ordinario, se presenta una necesidad grave, los ministros católicos
pueden administrar los sacramentos (Eucaristía, Penitencia, Unción de los
enfermos) a cristianos que no están en plena comunión con la Iglesia católica,
pero que piden estos sacramentos con deseo y rectitud: en tal caso se precisa que
profesen la fe católica respecto a estos sacramentos y estén bien dispuestos
(cf. CIC canon 844, 4).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1399) Las
Iglesias orientales que no están en plena comunión con la Iglesia católica
celebran la Eucaristía con gran amor. "Estas Iglesias, aunque separadas, [tienen]
verdaderos sacramentos […] y sobre todo, en virtud de la sucesión apostólica,
el sacerdocio y la Eucaristía, con los que se unen aún más con nosotros con
vínculo estrechísimo" (Unitatis
redintegratio, 15). Una cierta comunión in
sacris, por tanto, en la Eucaristía, "no solamente es posible, sino
que se aconseja...en circunstancias oportunas y aprobándolo la autoridad
eclesiástica" (Unitatis
redintegratio, 15, cf CIC canon 844, § 3).
Para la reflexión
(C.I.C 1400) Las
comunidades eclesiales nacidas de la Reforma, separadas de la Iglesia católica,
"sobre todo por defecto del sacramento del orden, no han conservado la
sustancia genuina e íntegra del Misterio eucarístico" (Unitatis redintegratio, 22). Por esto,
para la Iglesia católica, la intercomunión eucarística con estas comunidades no
es posible. Sin embargo, estas comunidades eclesiales "al conmemorar en la
Santa Cena la muerte y la resurrección del Señor, profesan que en la comunión
de Cristo se significa la vida, y esperan su venida gloriosa" (Unitatis redintegratio, 22).
(Siguiente pregunta: ¿Por qué se dice que la Eucaristía es «prenda de la gloria futura»?)
miércoles, 29 de octubre de 2014
292. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión? (Tercera parte - continuación)
292. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión? (Tercera parte - continuación)
(Compendio 292 - repetición) La sagrada Comunión acrecienta nuestra unión
con Cristo y con su Iglesia, conserva y renueva la vida de la gracia, recibida
en el Bautismo y la Confirmación y nos hace crecer en el amor al prójimo.
Fortaleciéndonos en la caridad, nos perdona los pecados veniales y nos preserva
de los pecados mortales para el futuro.
Resumen
(C.I.C 1416) La
Sagrada Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del
comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de
pecados graves. Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo
son reforzados, la recepción de este sacramento fortalece la unidad de la
Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1396) La unidad del Cuerpo místico: La Eucaristía
hace la Iglesia. Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a
Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles en un solo cuerpo: la
Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a la
Iglesia realizada ya por el Bautismo. En el Bautismo fuimos llamados a no
formar más que un solo cuerpo (cf. 1Co 12,13). La Eucaristía realiza esta
llamada: "El cáliz de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con
la sangre de Cristo? y el pan que partimos ¿no es comunión con el Cuerpo de
Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues
todos participamos de un solo pan" (1Co 10,16-17): “Si vosotros mismos
sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es puesto sobre la
mesa del Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis "amén"
(es decir, "sí", "es verdad") a lo que recibís, con lo que,
respondiendo, lo reafirmáis. Oyes decir "el Cuerpo de Cristo", y
respondes "amén". Por lo tanto, se tú verdadero miembro de Cristo para
que tu "amén" sea también verdadero” (San Agustín, Sermo 272: PL 38, 1247).
Para la reflexión
(C.I.C 1397) La Eucaristía entraña un compromiso en favor
de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo
entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus
hermanos (cf. Mt 25,40): “Has gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu
hermano. […] Deshonras esta mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento al
que ha sido juzgado digno […] de participar en esta mesa. Dios te ha liberado
de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aún así, no te has hecho
más misericordioso” (San Juan Crisóstomo, In
epistulam I ad Corinthios, homilia 27, 5: PG 61, 230). [Fin]
(Siguiente pregunta: ¿Cuándo se puede administrar la sagrada Comunión a los otros cristianos?)
martes, 28 de octubre de 2014
292. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión? (Segunda parte - continuación)
292. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 292 - repetición) La sagrada Comunión acrecienta nuestra unión
con Cristo y con su Iglesia, conserva y renueva la vida de la gracia, recibida
en el Bautismo y la Confirmación y nos hace crecer en el amor al prójimo.
Fortaleciéndonos en la caridad, nos perdona los pecados veniales y nos preserva
de los pecados mortales para el futuro.
Resumen
(C.I.C 1416) La
Sagrada Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del
comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de
pecados graves. Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo
son reforzados, la recepción de este sacramento fortalece la unidad de la
Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1393) La comunión nos separa del pecado. El
Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión es "entregado por
nosotros", y la Sangre que bebemos es "derramada por muchos para el
perdón de los pecados". Por eso la Eucaristía no puede unirnos a Cristo
sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de
futuros pecados: "Cada vez que lo recibimos, anunciamos la muerte del
Señor" (1Co 11,26). Si anunciamos la muerte del Señor, anunciamos también
el perdón de los pecados. Si cada vez que su Sangre es derramada, lo es para el
perdón de los pecados, debo recibirle siempre, para que siempre me perdone los
pecados. Yo que peco siempre, debo tener siempre un remedio (San Ambrosio, De sacramentis
4, 28: PL 16, 446). (C.I.C 1395) Por la misma
caridad que enciende en nosotros, la Eucaristía nos preserva de futuros pecados mortales. Cuanto más participamos
en la vida de Cristo y más progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos
hará romper con Él por el pecado mortal. La Eucaristía no está ordenada al
perdón de los pecados mortales. Esto es propio del sacramento de la
Reconciliación. Lo propio de la Eucaristía es ser el sacramento de los que
están en plena comunión con la Iglesia.
Para la reflexión
(C.I.C 1394) Como el
alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía
fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta
caridad vivificada borra los pecados
veniales (cf. Concilio de Trento: DS
1638). Dándose a nosotros, Cristo reaviva nuestro amor y nos hace capaces de
romper los lazos desordenados con las criaturas y de arraigarnos en Él: “Porque
Cristo murió por nuestro amor, cuando hacemos conmemoración de su muerte en
nuestro sacrificio, pedimos que venga el Espíritu Santo y nos comunique el
amor; suplicamos fervorosamente que aquel mismo amor que impulsó a Cristo a
dejarse crucificar por nosotros sea infundido por el Espíritu Santo en nuestros
propios corazones, con objeto de que consideremos al mundo como crucificado
para nosotros, y sepamos vivir crucificados para el mundo [...] y, llenos de
caridad, muertos para el pecado vivamos para Dios (San Fulgencio de Ruspe, Contra gesta Fabiani 28, 17: PL 65, 789).
(Continua)
(Continua la pregunta: ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión?)
lunes, 27 de octubre de 2014
292. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión? (Primera parte)
292. ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión? (Primera parte)
(Compendio 292) La sagrada Comunión
acrecienta nuestra unión con Cristo y con su Iglesia, conserva y renueva la
vida de la gracia, recibida en el Bautismo y la Confirmación y nos hace crecer
en el amor al prójimo. Fortaleciéndonos en la caridad, nos perdona los pecados
veniales y nos preserva de los pecados mortales para el futuro.
Resumen
(C.I.C 1416) La
Sagrada Comunión del Cuerpo y de la Sangre de Cristo acrecienta la unión del
comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de
pecados graves. Puesto que los lazos de caridad entre el comulgante y Cristo
son reforzados, la recepción de este sacramento fortalece la unidad de la
Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1391) La comunión acrecienta nuestra unión con
Cristo. Recibir la Eucaristía en la comunión da como fruto principal la
unión íntima con Cristo Jesús. En efecto, el Señor dice: "Quien come mi
Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él" (Jn 6,56). La vida en
Cristo encuentra su fundamento en el banquete eucarístico: "Lo mismo que
me ha enviado el Padre, que vive, y yo vivo por el Padre, también el que me
coma vivirá por mí" (Jn 6,57): “Cuando en las fiestas del Señor los fieles
reciben el Cuerpo del Hijo, proclaman unos a otros la Buena Nueva de que se dan
las arras de la vida, como cuando el ángel dijo a María [de Magdala]:
"¡Cristo ha resucitado!" He aquí que ahora también la vida y la
resurrección son comunicadas a quien recibe a Cristo” (Fanqîth, Breviarium iuxta ritum Ecclesiae de
Antiochenae Sirorum, v. 1).
Para la reflexión
(C.I.C 1392) Lo que
el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza
de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la Carne de
Cristo resucitado, “vivificada por el Espíritu Santo y vivificante” (Presbiterorum Ordinis, 5), conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia
recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser
alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el
momento de la muerte, cuando nos sea dada como viático. (Continua)
(Continua la pregunta: ¿Cuáles son los frutos de la sagrada Comunión?)
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