sábado, 20 de septiembre de 2014
267. ¿Cuál es el rito esencial de la Confirmación? (Primera parte)
(Compendio 267) El rito esencial de la
Confirmación es la unción con el Santo Crisma (aceite de oliva mezclado con
perfumes, consagrado por el obispo), que se hace con la imposición de manos por
parte del ministro, el cual pronuncia las palabras sacramentales propias del
rito. En Occidente, esta unción se hace sobre la frente del bautizado con estas
palabras: «Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo». En las Iglesias
Orientales de rito bizantino, la unción se hace también en otras partes del
cuerpo, con la fórmula: «Sello del don del Espíritu Santo».
Resumen
(C.I.C 1320) El rito
esencial de la Confirmación es la unción con el Santo Crisma en la frente del
bautizado (y en Oriente, también en los otros órganos de los sentidos), con la
imposición de la mano del ministro y las palabras: "Accipe signaculum doni Spiritus Sancti" ("Recibe por esta
señal el don del Espíritu Santo"), en el rito romano; "Signaculum doni Spiritus Sancti"
("Sello del don del Espíritu Santo"), en el rito bizantino.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1290) En los
primeros siglos la Confirmación constituye generalmente una única celebración
con el Bautismo, y forma con éste, según la expresión de San Cipriano, un “sacramento
doble”. Entre otras razones, la multiplicación de los bautismos de niños,
durante todo el tiempo del año, y la multiplicación de las parroquias
(rurales), que agrandaron las diócesis, ya no permite la presencia del obispo
en todas las celebraciones bautismales. En Occidente, por el deseo de reservar
al obispo el acto de conferir la plenitud al Bautismo, se establece la
separación temporal de ambos sacramentos. El Oriente ha conservado unidos los
dos sacramentos, de modo que la Confirmación es dada por el presbítero que
bautiza. Este, sin embargo, sólo puede hacerlo con el "myron"
consagrado por un obispo (cf. CCEO, cánones 695, 1; 696, 1). (C.I.C 1291) Una costumbre de la Iglesia de Roma facilitó el
desarrollo de la práctica occidental; había una doble unción con el santo
crisma después del Bautismo: realizada ya una por el presbítero al neófito al
salir del baño bautismal, es completada por una segunda unción hecha por el
obispo en la frente de cada uno de los recién bautizados (San Hipólito Romano, Traditio Apostolica, 21). La primera
unción con el santo crisma, la que daba el sacerdote, quedó unida al rito
bautismal; significa la participación del bautizado en las funciones profética,
sacerdotal y real de Cristo. Si el Bautismo es conferido a un adulto, sólo hay
una unción postbautismal: la de la Confirmación.
Para la reflexión
(C.I.C 1292) La
práctica de las Iglesias de Oriente destaca más la unidad de la iniciación
cristiana. La de la Iglesia latina expresa más netamente la comunión del nuevo
cristiano con su obispo, garante y servidor de la unidad de su Iglesia, de su
catolicidad y su apostolicidad, y por ello, el vínculo con los orígenes apostólicos
de la Iglesia de Cristo. (C.I.C 1293) En el
rito de este sacramento conviene considerar el signo de la unción y lo que la unción designa e imprime: el sello espiritual. La unción, en el simbolismo bíblico y
antiguo, posee numerosas significaciones: el aceite es signo de abundancia (cf.
Dt 11,14, etc.) y de alegría (cf. Sal 23,5; 104,15); purifica (unción antes y
después del baño) y da agilidad (la unción de los atletas y de los luchadores);
es signo de curación, pues suaviza las contusiones y las heridas (cf. Is 1,6;
Lc 10,34) y el ungido irradia belleza, santidad y fuerza. (Continua)
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