sábado, 13 de septiembre de 2014
262. ¿Hay salvación posible sin el Bautismo?
(Compendio 262) Puesto que Cristo ha muerto
para la salvación de todos, pueden salvarse también sin el Bautismo todos
aquellos que mueren a causa de la fe (Bautismo de sangre), los catecúmenos, y
todo aquellos que, bajo el impulso de la gracia, sin conocer a Cristo y a la
Iglesia, buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad
(Bautismo de deseo). En cuanto a los niños que mueren sin el Bautismo, la
Iglesia en su liturgia los confía a la misericordia de Dios.
Resumen
(C.I.C 1281) Los que
padecen la muerte a causa de la fe, los catecúmenos y todos los hombres que,
bajo el impulso de la gracia, sin conocer la Iglesia, buscan sinceramente a
Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad, pueden salvarse aunque no hayan
recibido el Bautismo (Lumen gentium,16).
(C.I.C 1282) Desde los tiempos más antiguos,
el Bautismo es dado a los niños, porque es una gracia y un don de Dios que no
suponen méritos humanos; los niños son bautizados en la fe de la Iglesia. La
entrada en la vida cristiana da acceso a la verdadera libertad.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1258) Desde
siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte
por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su
muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo
de sangre como el deseo del Bautismo,
produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento. (C.I.C 1259) A los
catecúmenos que mueren antes de su Bautismo, el deseo explícito de recibir
el bautismo unido al arrepentimiento de sus pecados y a la caridad, les asegura
la salvación que no han podido recibir por el sacramento. (C.I.C 1261) En cuanto a los niños
muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia
divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran
misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (cf. 1Tm 2,4)
y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: "Dejad que los
niños se acerquen a mí, no se lo impidáis" (Mc 10,14), nos permiten
confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin
Bautismo. Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir
que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo bautismo.
Para la reflexión
(C.I.C 1260)
"Cristo murió por todos y la vocación última del hombre es realmente una
sola, es decir, la vocación divina. En consecuencia, debemos mantener que el
Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido sólo
por Dios, se asocien a este misterio pascual" (Gaudium et spes, 22; cf. Lumen gentium, 16; Ad gentes, 7).
Todo hombre que, ignorando el evangelio de Cristo y su Iglesia, busca la verdad
y hace la voluntad de Dios según él la conoce, puede ser salvado. Se puede
suponer que semejantes personas habrían deseado explícitamente el Bautismo si
hubiesen conocido su necesidad. (C.I.C 2473) El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un
testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto
y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de
la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de
fortaleza. “Dejadme ser pasto de las fieras. Por ellas me será dado llegar a
Dios” (San Ignacio de Antioquía, Epistula
ad Romanos, 4, 1).
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