lunes, 8 de septiembre de 2014
257. ¿Quién puede recibir el Bautismo?
(Compendio 257) Puede recibir el Bautismo cualquier
persona que no esté aún bautizada.
Resumen
(C.I.C 1246) "Es capaz de
recibir el bautismo todo ser humano, aún no bautizado, y solo él" (CIC, canon
864: CCEO, canon 679).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1247) En los orígenes de la
Iglesia, cuando el anuncio del evangelio está aún en sus primeros tiempos, el
Bautismo de adultos es la práctica más común. El catecumenado (preparación para
el Bautismo) ocupa entonces un lugar importante. Iniciación a la fe y a la vida
cristiana, el catecumenado debe disponer a recibir el don de Dios en el
Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. (C.I.C 1248) El catecumenado, o formación de los catecúmenos,
tiene por finalidad permitir a estos últimos, en respuesta a la iniciativa
divina y en unión con una comunidad eclesial, llevar a madurez su conversión y
su fe. Se trata de una "formación, aprendizaje o noviciado debidamente
prolongado de la vida cristiana, en que los discípulos se unen con Cristo, su
Maestro. Por lo tanto, hay que iniciar adecuadamente a los catecúmenos en el
misterio de la salvación, en la práctica de las costumbres evangélicas y en los
ritos sagrados que deben celebrarse en los tiempos sucesivos, e introducirlos
en la vida de fe, la liturgia y la caridad del Pueblo de Dios" (Ad gentes, 14;
cf. Ritual de Iniciación cristiana de Adultos,
Praenotandos 19; 98). (C.I.C 1249) Los catecúmenos "están ya unidos a la Iglesia,
pertenecen ya a la casa de Cristo y muchas veces llevan ya una una vida de fe,
esperanza y caridad" (Ad
gentes, 14). "La madre Iglesia los abraza ya
con amor tomándolos a sus cargo" (Lumen
gentium, 14; cf. CIC cánones 206; 788).
Para la reflexión
(C.I.C 1250) Puesto que nacen con
una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, los niños
necesitan también el nuevo nacimiento en el Bautismo (cf. Concilio de Trento: DS
1514) para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio
de la libertad de los hijos de Dios (cf. Col 1,12-14), a la que todos los
hombres están llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se
manifiesta particularmente en el bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los
padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le
administraran el Bautismo poco después de su nacimiento (cf. CIC canon 867;
CCEO, canon 686,1). (C.I.C 1251) Los padres
cristianos deben reconocer que esta práctica corresponde también a su misión de
alimentar la vida que Dios les ha confiado (cf. Lumen gentium, 11; 41; Gaudium
et spes, 48; CIC cánones 774, 2. 1136). (C.I.C
1252) La práctica de bautizar a los niños pequeños es
una tradición inmemorial de la Iglesia. Está atestiguada explícitamente desde
el siglo II. Sin embargo, es muy posible que, desde el comienzo de la
predicación apostólica, cuando "casas" enteras recibieron el Bautismo
(cf. Hch 16,15.33; 18,8; 1Co 1,16), se haya bautizado también a los niños (cf. Pastoralis actio, 4).
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