martes, 2 de septiembre de 2014
254. ¿Quién hace que se cumplan estas prefiguraciones?
(Compendio 254) Estas prefiguraciones del bautismo las
cumple Jesucristo, el cual, al comienzo de su vida pública, se hace bautizar
por Juan Bautista en el Jordán; levantado en la cruz, de su costado abierto
brotan sangre y agua, signos del Bautismo y de la Eucaristía, y después de su
Resurrección confía a los Apóstoles esta misión: «Id y haced discípulos de
todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo» (Mt 28, 19-20).
Resumen
(C.I.C 1277) El Bautismo
constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Según la voluntad del
Señor, es necesario para la salvación, como lo es la Iglesia misma, a la que
introduce el Bautismo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1223) Todas las
prefiguraciones de la Antigua Alianza culminan en Cristo Jesús. Comienza su
vida pública después de hacerse bautizar por San Juan el Bautista en el Jordán
(cf. Mt 3,13) y, después de su Resurrección, confiere esta misión a sus
Apóstoles: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a
guardar todo lo que yo os he mandado" (Mt 28,19-20; cf. Mc 16,15-16). (C.I.C
232) Los cristianos son bautizados "en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19). Antes responden
"Creo" a la triple pregunta que les pide confesar su fe en el Padre,
en el Hijo y en el Espíritu: Fides omnium
christianorum in Trinitate consistit ("La fe de todos los cristianos
se cimenta en la Santísima Trinidad") (San Cesáreo de Arlés, Expositio vel traditio Symboli, sermo 9).
Para la reflexión
(C.I.C 1224) Nuestro Señor se
sometió voluntariamente al Bautismo de San Juan, destinado a los pecadores,
para "cumplir toda justicia" (Mt 3,15). Este gesto de Jesús es una
manifestación de su "anonadamiento" (Flp 2,7). El Espíritu que se
cernía sobre las aguas de la primera creación desciende entonces sobre Cristo,
como preludio de la nueva creación, y el Padre manifiesta a Jesús como su
"Hijo amado" (Mt 3,16-17). (C.I.C 536) El bautismo de Jesús
es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo
doliente. Se deja contar entre los pecadores (cf. Is 53, 12); es ya "el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29); anticipa ya el "bautismo"
de su muerte sangrienta (cf. Mc 10, 38; Lc 12, 50). Viene ya a "cumplir
toda justicia" (Mt 3, 15), es decir, se somete enteramente a la voluntad
de su Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisión de nuestros
pecados (cf. Mt 26, 39). A esta aceptación responde la voz del Padre que pone
toda su complacencia en su Hijo (cf. Lc 3, 22; Is 42, 1). El Espíritu que Jesús
posee en plenitud desde su concepción viene a "posarse" sobre él (Jn
1, 32-33; cf. Is 11, 2). De él manará este Espíritu para toda la humanidad. En
su bautismo, "se abrieron los cielos" (Mt 3, 16) que el pecado de
Adán había cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de Jesús y
del Espíritu como preludio de la nueva creación.
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