domingo, 14 de septiembre de 2014
263. ¿Cuáles son los efectos del Bautismo? (Primera parte)
(Compendio 263) El Bautismo perdona el
pecado original, todos los pecados personales y todas las penas debidas al
pecado; hace participar de la vida divina trinitaria mediante la gracia
santificante, la gracia de la justificación que incorpora a Cristo y a su
Iglesia; hace participar del sacerdocio de Cristo y constituye el fundamento de
la comunión con los demás cristianos; otorga las virtudes teologales y los dones
del Espíritu Santo. El bautizado pertenece para siempre a Cristo: en efecto,
queda marcado con el sello indeleble de Cristo (carácter).
Resumen
(C.I.C 1279) El
fruto del Bautismo, o gracia bautismal, es una realidad rica que comprende: el
perdón del pecado original y de todos los pecados personales; el nacimiento a
la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo adoptivo del Padre, miembro
de Cristo, templo del Espíritu Santo. Por la acción misma del bautismo, el
bautizado es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho partícipe del
sacerdocio de Cristo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1262) Los
distintos efectos del Bautismo son significados por los elementos sensibles del
rito sacramental. La inmersión en el agua evoca los simbolismos de la muerte y
de la purificación, pero también los de la regeneración y de la renovación. Los
dos efectos principales, por tanto, son la purificación de los pecados y el
nuevo nacimiento en el Espíritu Santo (cf. Hch 2,38; Jn 3,5). (C.I.C 1263) Por el Bautismo, todos
los pecados son perdonados, el pecado original y todos los pecados
personales así como todas las penas del pecado (Concilio de Florencia: DS
1316). En efecto, en los que han sido regenerados no permanece nada que les
impida entrar en el Reino de Dios, ni el pecado de Adán, ni el pecado personal,
ni las consecuencias del pecado, la más grave de las cuales es la separación de
Dios.
Para la reflexión
(C.I.C 1264) No
obstante, en el bautizado permanecen ciertas consecuencias temporales del
pecado, como los sufrimientos, la enfermedad, la muerte o las fragilidades
inherentes a la vida como las debilidades de carácter, etc., así como una
inclinación al pecado que la Tradición llama concupiscencia, o metafóricamente fomes peccati: "La concupiscencia, dejada para el combate, no
puede dañar a los que no la consienten y la resisten con coraje por la gracia
de Jesucristo. Antes bien ‘el que legítimamente luchare, será coronado' (2 Tm
2,5)" (Concilio de Trento: DS 1515). (C.I.C 1265) El Bautismo no solamente purifica de todos los pecados, hace
también del neófito "una nueva creatura" (2Co 5,17), un hijo adoptivo
de Dios (cf. Ga 4,5-7) que ha sido hecho "partícipe de la naturaleza
divina" ( 2P 1,4), miembro de Cristo (cf. 1Co 6,15; 12,27), coheredero con
Él (Rm 8,17) y templo del Espíritu Santo (cf. 1Co 6,19). (Continua)
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