lunes, 15 de septiembre de 2014
263. ¿Cuáles son los efectos del Bautismo? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 263 - repetición) El Bautismo perdona el pecado original, todos
los pecados personales y todas las penas debidas al pecado; hace participar de
la vida divina trinitaria mediante la gracia santificante, la gracia de la
justificación que incorpora a Cristo y a su Iglesia; hace participar del
sacerdocio de Cristo y constituye el fundamento de la comunión con los demás
cristianos; otorga las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. El
bautizado pertenece para siempre a Cristo: en efecto, queda marcado con el
sello indeleble de Cristo (carácter).
Resumen
(C.I.C 1280) El
Bautismo imprime en el alma un signo espiritual indeleble, el carácter, que
consagra al bautizado al culto de la religión cristiana. Por razón del
carácter, el Bautismo no puede ser reiterado (cf Concilio de Trento: DS 1609;
1624).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1266) La
Santísima Trinidad da al bautizado la gracia
santificante, la gracia de la
justificación que: – le hace capaz de creer en Dios, de esperar en Él y de
amarlo mediante las virtudes teologales;
– le concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante los
dones del Espíritu Santo; – le
permite crecer en el bien mediante las virtudes
morales. Así todo el organismo de la vida sobrenatural del cristiano tiene
su raíz en el santo Bautismo. (C.I.C 1267) El
Bautismo hace de nosotros miembros del Cuerpo de Cristo. "Por tanto [...] somos
miembros los unos de los otros" (Ef 4,25). El Bautismo incorpora a la Iglesia. De las fuentes bautismales
nace el único pueblo de Dios de la Nueva Alianza que trasciende todos los
límites naturales o humanos de las naciones, las culturas, las razas y los sexos:
"Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar
más que un cuerpo" (1Co 12,13).
Para la reflexión
(C.I.C 1268) Los bautizados vienen a ser "piedras vivas"
para "edificación de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo"
(1P 2,5). Por el Bautismo participan del sacerdocio de Cristo, de su misión
profética y real, son "linaje elegido, sacerdocio real, nación santa,
pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de aquel que os ha llamado de las
tinieblas a su admirable luz" (1P 2,9). El Bautismo hace participar en el sacerdocio común de los fieles. (C.I.C
1269) Hecho miembro de la Iglesia, el bautizado ya no
se pertenece a sí mismo (1Co 6,19), sino al que murió y resucitó por nosotros
(cf. 2Co 5,15). Por tanto, está llamado a someterse a los demás (Ef 5,21; 1Co
16,15-16), a servirles (cf. Jn 13,12-15) en la comunión de la Iglesia, y a ser
"obediente y dócil" a los pastores de la Iglesia (Hb 13,17) y a
considerarlos con respeto y afecto (cf. 1Ts 5,12-13). Del mismo modo que el
Bautismo es la fuente de responsabilidades y deberes, el bautizado goza también
de derechos en el seno de la Iglesia: recibir los sacramentos, ser alimentado
con la palabra de Dios y ser sostenido por los otros auxilios espirituales de
la Iglesia (cf. Lumen gentium, 37;
CIC cánones 208-223; CCEO canon 675, § 2). (Continua)
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