martes, 22 de julio de 2014
222. ¿Cuál es la obra de Cristo en la Liturgia? (Primera parte)
(Compendio 222) En la liturgia de la Iglesia, Cristo
significa y realiza principalmente su misterio pascual. Al entregar el Espíritu
Santo a los Apóstoles, les ha concedido, a ellos y a sus sucesores, el poder de
actualizar la obra de la salvación por medio del sacrificio eucarístico y de
los sacramentos, en los cuales Él mismo actúa para comunicar su gracia a los
fieles de todos los tiempos y en todo el mundo.
Resumen
(C.I.C 1111) La obra de Cristo en la liturgia es sacramental
porque su Misterio de salvación se hace presente en ella por el poder de su
Espíritu Santo; porque su Cuerpo, que es la Iglesia, es como el sacramento
(signo e instrumento) en el cual el Espíritu Santo dispensa el Misterio de la
salvación; porque a través de sus acciones litúrgicas, la Iglesia peregrina
participa ya, como en primicias, en la Liturgia celestial.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1084) "Sentado a la
derecha del Padre" y derramando el Espíritu Santo sobre su Cuerpo que es
la Iglesia, Cristo actúa ahora por medio de los sacramentos, instituidos por Él
para comunicar su gracia. Los sacramentos son signos sensibles (palabras y
acciones), accesibles a nuestra humanidad actual. Realizan eficazmente la
gracia que significan en virtud de la acción de Cristo y por el poder del
Espíritu Santo. (C.I.C 1085) En la liturgia de
la Iglesia, Cristo significa y realiza principalmente su misterio pascual.
Durante su vida terrestre Jesús anunciaba con su enseñanza y anticipaba con sus
actos el misterio pascual. Cuando llegó su hora (cf Jn 13,1; 17,1), vivió el
único acontecimiento de la historia que no pasa: Jesús muere, es sepultado,
resucita de entre los muertos y se sienta a la derecha del Padre "una vez
por todas" (Rm 6,10; Hb 7,27; 9,12). Es un acontecimiento real, sucedido
en nuestra historia, pero absolutamente singular: todos los demás
acontecimientos suceden una vez, y luego pasan y son absorbidos por el pasado.
El misterio pascual de Cristo, por el contrario, no puede permanecer solamente
en el pasado, pues por su muerte destruyó a la muerte, y todo lo que Cristo es
y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y
domina así todos los tiempos y en ellos se mantiene permanentemente presente.
El acontecimiento de la Cruz y de la Resurrección permanece y atrae todo hacia la Vida.
Para la reflexión
(C.I.C 1086) "Por esta razón,
como Cristo fue enviado por el Padre, él mismo envió también a los Apóstoles,
llenos del Espíritu Santo, no sólo para que, al predicar el Evangelio a toda
criatura, anunciaran que el Hijo de Dios, con su muerte y resurrección, nos ha
liberado del poder de Satanás y de la muerte y nos ha conducido al reino del
Padre, sino también para que realizaran la obra de salvación que anunciaban
mediante el sacrificio y los sacramentos en torno a los cuales gira toda la
vida litúrgica" (Sacrosanctum
Concilium, 6). (C.I.C 1087) Así, Cristo resucitado, dando el Espíritu Santo a los
Apóstoles, les confía su poder de santificación (cf. Jn 20,21- 23); se
convierten en signos sacramentales de Cristo. Por la fuerza del mismo Espíritu
Santo confían este poder a sus sucesores. Esta "sucesión apostólica"
estructura toda la vida litúrgica de la Iglesia. Ella misma es sacramental,
transmitida por el sacramento del Orden. (Continua)
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