miércoles, 16 de julio de 2014
217. ¿Qué significa el Amén, con el que concluye nuestra profesión de fe?
(Compendio 217) La palabra hebrea Amén, con la que se
termina también el último libro de la Sagrada Escritura, algunas oraciones del
Nuevo Testamento y las oraciones litúrgicas de la Iglesia, significa nuestro
«sí» confiado y total a cuanto confesamos creer, confiándonos totalmente en
Aquel que es el «Amén» (Ap 3, 14) definitivo: Cristo el Señor.
Resumen
(C.I.C 2856) "Después, terminada la oración, dices:
Amén, refrendando por medio de este Amén, que significa 'Así sea' (cf. Lc 1,
38), lo que contiene la oración que Dios nos enseñó" (San Cirilo de
Jerusalén, Catecheses mystagogicae,
5, 18: PG 33, 1124). (C.I.C 2865) Con el "Amén" final expresamos
nuestro "fiat" respecto a las siete peticiones: "Así sea".
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1061) El Credo, como el
último libro de la Sagrada Escritura (cf. Ap 22, 21), se termina con la palabra
hebrea Amen. Se encuentra también
frecuentemente al final de las oraciones del Nuevo Testamento. Igualmente, la
Iglesia termina sus oraciones con un Amén.
(C.I.C 1062) En hebreo, Amen pertenece a la misma raíz que la palabra "creer".
Esta raíz expresa la solidez, la fiabilidad, la fidelidad. Así se comprende por
qué el Amén puede expresar tanto la
fidelidad de Dios hacia nosotros como nuestra confianza en Él. (C.I.C 1063) En el profeta Isaías se encuentra la expresión
"Dios de verdad", literalmente "Dios del Amén", es decir,
el Dios fiel a sus promesas: "Quien desee ser bendecido en la tierra,
deseará serlo en el Dios del Amén" (Is 65, 16). Nuestro Señor emplea con
frecuencia el término "Amén" (cf. Mt 6, 2.5.16), a veces en forma
duplicada (cf. Jn 5, 19), para subrayar la fiabilidad de su enseñanza, su
Autoridad fundada en la Verdad de Dios.
Para la reflexión
(C.I.C 1064) Así pues, el
"Amén" final del Credo recoge y confirma su primera palabra:
"Creo". Creer es decir "Amén" a las palabras, a las
promesas, a los mandamientos de Dios, es fiarse totalmente de Él que es el Amén
de amor infinito y de perfecta fidelidad. La vida cristiana de cada día será
también el "Amén" al "Creo" de la Profesión de fe de
nuestro Bautismo: “Que tu símbolo sea para ti como un espejo. Mírate en él:
para ver si crees todo lo que declaras creer. Y regocíjate todos los días en tu
fe” (San Agustín, Sermo 58, 11, 13:
PL 38, 399). (C.I.C 1065) Jesucristo mismo es
el "Amén" (Ap 3, 14). Es el "Amén" definitivo del amor del
Padre hacia nosotros; asume y completa nuestro "Amén" al Padre:
"Todas las promesas hechas por Dios han tenido su 'sí' en él; y por eso
decimos por él 'Amén' a la gloria de Dios" (2Co 1, 20): Por Él, con Él y
en Él, A ti, Dios Padre omnipotente en la unidad del Espíritu Santo, todo honor
y toda gloria, por los siglos de los siglos. AMEN!” (Doxología después de la Plegaria eucarística, Misal Romano).
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