miércoles, 2 de julio de 2014
206. ¿Qué significa morir en Cristo Jesús? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 206 - repetición) Morir en
Cristo Jesús significa morir en gracia de Dios, sin pecado mortal. Así el
creyente en Cristo, siguiendo su ejemplo, puede transformar la propia muerte en
un acto de obediencia y de amor al Padre. «Es cierta esta afirmación: si hemos
muerto con Él, también viviremos con Él» (2 Tm 2, 11).
Resumen
(C.I.C 1017) "Creemos […] en
la verdadera resurrección de esta carne que poseemos ahora" (II Concilio
de Lyon: DS 854). No obstante, se siembra en el sepulcro un cuerpo corruptible,
resucita un cuerpo incorruptible (cf. 1Co 15, 42), un "cuerpo
espiritual" (1Co 15, 44).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1008) La muerte es consecuencia del pecado. Intérprete auténtico de las
afirmaciones de la Sagrada Escritura (cf. Gn 2, 17; 3, 3; 3, 19; Sb 1, 13; Rm
5, 12; 6, 23) y de la Tradición, el Magisterio de la Iglesia enseña que la
muerte entró en el mundo a causa del pecado del hombre (cf. Concilio de Trento:
DS 1511). Aunque el hombre poseyera una naturaleza mortal, Dios lo destinaba a
no morir. Por tanto, la muerte fue contraria a los designios de Dios Creador, y
entró en el mundo como consecuencia del pecado (cf. Sb 2, 23-24). "La
muerte temporal de la cual el hombre se habría liberado si no hubiera pecado"
(Gaudium et spes, 18), es así "el último enemigo" del hombre que
debe ser vencido (cf. 1Co 15, 26). (C.I.C 1009)
La muerte fue transformada por Cristo.
Jesús, el Hijo de Dios, sufrió también la muerte, propia de la condición h
umana. Pero, a pesar de su angustia frente a ella (cf. Mc 14, 33-34; Hb 5,
7-8), la asumió en un acto de sometimiento total y libre a la voluntad del
Padre.La obediencia de Jesús transformó la maldición de la muerte en bendición
(cf. Rm 5, 19-21).
Para la reflexión
(C.I.C 1010) Gracias a Cristo, la
muerte cristiana tiene un sentido positivo. "Para mí, la vida es Cristo y
morir una ganancia" (Flp 1, 21). "Es cierta esta afirmación: si hemos
muerto con él, también viviremos con él" (2Tm 2, 11). La novedad esencial
de la muerte cristiana está ahí: por el Bautismo, el cristiano está ya
sacramentalmente "muerto con Cristo", para vivir una vida nueva; y si
morimos en la gracia de Cristo, la muerte física consuma este "morir con
Cristo" y perfecciona así nuestra incorporación a Él en su acto redentor: “Para
mí es mejor morir en (eis) Cristo
Jesús que reinar de un extremo a otro de la tierra. Lo busco a Él, que ha
muerto por nosotros; lo quiero a Él, que ha resucitado por nosotros. Mi parto
se aproxima [...] Dejadme recibir la luz pura; cuando yo llegue allí, seré un
hombre” (San Ignacio de Antioquía, Epistula
ad Romanos 6, 1-2). (Continua)
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