lunes, 7 de julio de 2014
209. ¿Qué se entiende por cielo?
(Compendio 209) Por cielo se entiende el estado de
felicidad suprema y definitiva. Todos aquellos que mueren en gracia de Dios y
no tienen necesidad de posterior purificación, son reunidos en torno a Jesús, a
María, a los ángeles y a los santos, formando así la Iglesia del cielo, donde
ven a Dios «cara a cara» (1 Co 13, 12), viven en comunión de amor con la
Santísima Trinidad e interceden por nosotros. «La vida subsistente y
verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Espíritu Santo, derrama sobre
todos sin excepción los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros
también, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida eterna»
(San Cirilo de Jerusalén).
Resumen
(C.I.C 1053) "Creemos que la
multitud de aquellas almas que con Jesús y María se congregan en el paraíso,
forma la Iglesia celestial, donde ellas, gozando de la bienaventuranza eterna,
ven a Dios como Él es, y participan también, ciertamente en grado y modo
diverso, juntamente con los santos ángeles, en el gobierno divino de las cosas,
que ejerce Cristo glorificado, como quiera que interceden por nosotros y con su
fraterna solicitud ayudan grandemente a nuestra flaqueza" (Credo del Pueblo de Dios, 29).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1023) Los que mueren en la
gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para
siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal
cual es" (1Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1Co 13, 12; Ap 22, 4): “Definimos con
la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las almas
de todos los santos [...] y de todos los demás fieles muertos después de
recibir el bautismo de Cristo en los que no había nada que purificar cuando
murieron [...]; o en caso de que tuvieran o tengan algo que purificar, una vez
que estén purificadas después de la muerte [...] aun antes de la reasunción de
sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo del Salvador,
Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el reino
de los cielos y paraíso celestial con Cristo, admitidos en la compañía de los
ángeles. Y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y
ven la divina esencia con una visión intuitiva y cara a cara, sin mediación de
ninguna criatura (Benedicto XII: DS 1000; cf. Lumen gentium, 49).
Para la reflexión
(C.I.C 1024) Esta vida perfecta
con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con Ella, con la
Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama "el
cielo" . El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones
más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha. (C.I.C
1025) Vivir en el cielo es "estar con
Cristo" (cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1Ts 4,17). Los elegidos viven "en
El", aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera
identidad, su propio nombre (cf. Ap 2, 17): “Pues la vida es estar con Cristo;
donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino” (San Ambrosio, Expositio evangelii secundum Lucam,
10,121: PL 15, 1927).
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