domingo, 20 de julio de 2014
221. ¿De qué modo el Padre es fuente y fin de la liturgia? (Primera parte)
(Compendio 221) En la liturgia el Padre nos colma de sus
bendiciones en el Hijo encarnado, muerto y resucitado por nosotros, y derrama
en nuestros corazones el Espíritu Santo. Al mismo tiempo, la Iglesia bendice al
Padre mediante la adoración, la alabanza y la acción de gracias, e implora el
don de su Hijo y del Espíritu Santo.
Resumen
(C.I.C 1110) En la liturgia de la Iglesia, Dios Padre es
bendecido y adorado como la fuente de todas las bendiciones de la Creación y de
la Salvación, con las que nos ha bendecido en su Hijo para darnos el Espíritu
de adopción filial.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1077) "Bendito sea el
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase
de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha
elegido en él antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en
su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos
por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de
la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado" (Ef 1,3-6). (C.I.C
1078) Bendecir es una acción divina que da la vida y
cuya fuente es el Padre. Su bendición es a la vez palabra y don (bene-dictio, eu-logia). Aplicado al hombre, este término significa la adoración
y la entrega a su Creador en la acción de gracias.
Para la reflexión
(C.I.C 1079) Desde el comienzo y
hasta la consumación de los tiempos, toda la obra de Dios es bendición. Desde el poema litúrgico de
la primera creación hasta los cánticos de la Jerusalén celestial, los autores
inspirados anuncian el designio de salvación como una inmensa bendición divina.
(C.I.C 1080) Desde el comienzo, Dios bendice a
los seres vivos, especialmente al hombre y la mujer. La alianza con Noé y con
todos los seres animados renueva esta bendición de fecundidad, a pesar del
pecado del hombre por el cual la tierra queda "maldita". Pero es a
partir de Abraham cuando la bendición divina penetra en la historia humana, que
se encaminaba hacia la muerte, para hacerla volver a la vida, a su fuente: por
la fe del "padre de los creyentes" que acoge la bendición se inaugura
la historia de la salvación. (Continua)
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