miércoles, 28 de mayo de 2014
176. ¿Qué es la sucesión apostólica?
(Compendio 176) La sucesión apostólica es la transmisión,
mediante el sacramento del Orden, de la misión y la potestad de los Apóstoles a
sus sucesores, los obispos. Gracias a esta transmisión, la Iglesia se mantiene
en comunión de fe y de vida con su origen, mientras a lo largo de los siglos
ordena todo su apostolado a la difusión del Reino de Cristo sobre la tierra.
Resumen
(C.I.C 861) "Para que continuase después de su muerte
la misión a ellos confiada, [los Apostoles] encargaron mediante una especie de
testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la
obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el
que el Espíritu Santo les había puesto para ser los pastores de la Iglesia de
Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego
dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en
el ministerio" (Lumen gentium, 20;
cf. San Clemente Romano, Epistula ad
Corinthios, 42, 4; 44, 2).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 862) "Así como permanece el ministerio confiado
personalmente por el Señor a Pedro, ministerio que debía ser transmitido a sus
sucesores, de la misma manera permanece el ministerio de los Apóstoles de
apacentar la Iglesia, que debe ser ejercido perennemente por el orden sagrado
de los obispos". Por eso, la Iglesia enseña que "por institución
divina los obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la Iglesia. El
que los escucha, escucha a Cristo; el que, en cambio, los desprecia, desprecia
a Cristo y al que lo envió" (Lumen
gentium, 20). (C.I.C 863) Toda la Iglesia es apostólica mientras
permanezca, a través de los sucesores de San Pedro y de los apóstoles, en
comunión de fe y de vida con su origen. Toda la Iglesia es apostólica en cuanto
que ella es "enviada" al mundo entero; todos los miembros de la
Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este envío. "La
vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al
apostolado". Se llama "apostolado" a "toda la actividad del
Cuerpo Místico" que tiende a "propagar el Reino de Cristo por toda la
tierra" (Apostolicam actuositatem,
2).
Para la reflexión
(C.I.C 864) "Siendo Cristo, enviado por el Padre,
fuente y origen del apostolado de la Iglesia", es evidente que la
fecundidad del apostolado, tanto el de los ministros ordenados como el de los
laicos, depende de su unión vital con Cristo (cf. Jn 15, 5; Apostolicam actuositatem, 4). Según sean las vocaciones, las
interpretaciones de los tiempos, los dones variados del Espíritu Santo, el
apostolado toma las formas más diversas. Pero la caridad, conseguida sobre todo
en la Eucaristía, "siempre es como el alma de todo apostolado" (Apostolicam actuositatem, 3). (C.I.C 865)
La Iglesia es una, santa, católica y
apostólica en su identidad profunda y última, porque en ella existe ya y
será consumado al fin de los tiempos "el Reino de los cielos",
"el Reino de Dios" (cf. Ap 19, 6), que ha venido en la persona de
Cristo y que crece misteriosamente en el corazón de los que le son incorporados
hasta su plena manifestación escatológica. Entonces todos los hombres rescatados por él, hechos en él "santos e
inmaculados en presencia de Dios en el Amor" (Ef 1, 4), serán reunidos
como el único Pueblo de Dios,
"la Esposa del Cordero" (Ap 21, 9), "la Ciudad Santa que baja
del Cielo de junto a Dios y tiene la gloria de Dios" (Ap 21, 10-11); y
"la muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los
nombres de los doce Apóstoles del
Cordero" (Ap 21, 14).
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