sábado, 24 de mayo de 2014
173. ¿De qué modo la Iglesia es misionera? (Segunda parte - continuación
(Compendio 173 - repetición) La
Iglesia es misionera porque, guiada por el Espíritu Santo, continúa a lo largo
de los siglos la misión del mismo Cristo. Por tanto, los cristianos deben
anunciar a todos la Buena Noticia traída por Jesucristo, siguiendo su camino y
dispuestos incluso al sacrificio de sí mismos hasta el martirio.
Resumen
(C.I.C 852) Los
caminos de la misión. "El Espíritu Santo es en verdad el protagonista
de toda la misión eclesial" (Redemptoris
missio, 21). Él es quien conduce la Iglesia por los caminos de la misión. Ella
"continúa y desarrolla en el curso de la historia la misión del propio
Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres; “impulsada por el Espíritu
Santo, debe avanzar por el mismo camino por el que avanzó Cristo; esto es, el
camino de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación de sí mismo
hasta la muerte, de la que surgió victorioso por su resurrección" (Ad gentes, 5). Es así como la
"sangre de los mártires es semilla de cristianos" (Tertuliano, Apologeticum, 50, 13: PL 1, 603).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 854) Por su propia misión, "la Iglesia [...]
avanza junto con toda la humanidad y experimenta la misma suerte terrena del
mundo, y existe como fermento y alma de la sociedad humana, que debe ser
renovada en Cristo y transformada en familia de Dios" (Gaudium et spes, 40). El esfuerzo
misionero exige entonces la paciencia. Comienza con el anuncio del Evangelio a
los pueblos y a los grupos que aún no creen en Cristo (cf. Redemptoris missio, 42-47), continúa con el establecimiento de
comunidades cristianas, "signo de la presencia de Dios en el mundo" (Ad gentes, l5), y en la fundación de
Iglesias locales (cf. Redemptoris missio,
48-49); se implica en un proceso de inculturación para así encarnar el
Evangelio en las culturas de los pueblos (cf. Redemptoris missio, 52-54), en este proceso no faltarán también los
fracasos. "En cuanto se refiere a los hombres, grupos y pueblos, solamente
de forma gradual los toca y los penetra y de este modo los incorpora a la
plenitud católica" (Ad gentes,
6).
Para la reflexión
(C.I.C 856) La tarea misionera implica un diálogo respetuoso con los que todavía
no aceptan el Evangelio (cf. Redemptoris
missio, 55). Los creyentes pueden sacar provecho para sí mismos de este
diálogo aprendiendo a conocer mejor "cuanto […] de verdad y de gracia se
encontraba ya entre las naciones, como por una casi secreta presencia de
Dios" (Ad gentes, 9). Si ellos
anuncian la Buena Nueva a los que la desconocen, es para consolidar, completar
y elevar la verdad y el bien que Dios ha repartido entre los hombres y los
pueblos, y para purificarlos del error y del mal "para gloria de Dios,
confusión del diablo y felicidad del hombre" (Ad gentes, 9). [Fin]
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