viernes, 23 de mayo de 2014
173. ¿De qué modo la Iglesia es misionera? (Primera parte)
(Compendio 173) La Iglesia es misionera porque, guiada
por el Espíritu Santo, continúa a lo largo de los siglos la misión del mismo
Cristo. Por tanto, los cristianos deben anunciar a todos la Buena Noticia
traída por Jesucristo, siguiendo su camino y dispuestos incluso al sacrificio
de sí mismos hasta el martirio.
Resumen
(C.I.C 852) Los
caminos de la misión. "El Espíritu Santo es en verdad el protagonista
de toda la misión eclesial" (Redemptoris
missio, 21). Él es quien conduce la Iglesia por los caminos de la misión.
Ella "continúa y desarrolla en el curso de la historia la misión del
propio Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres; “impulsada por el
Espíritu Santo, debe avanzar por el mismo camino por el que avanzó Cristo; esto
es, el camino de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación de sí
mismo hasta la muerte, de la que surgió victorioso por su resurrección" (Ad gentes, 5). Es así como la
"sangre de los mártires es semilla de cristianos" (Tertuliano, Apologeticum, 50, 13: PL 1, 603).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 853) Pero en su peregrinación, la Iglesia experimenta
también "hasta qué punto distan entre sí el mensaje que ella proclama y la
debilidad humana de aquellos a quienes se confía el Evangelio" (Gaudium et spes, 43). Sólo avanzando por
el camino "de la conversión y la renovación" (Lumen gentium, 8; 15) y "por el estrecho sendero de la cruz"
(Ad gentes, 1) es como el Pueblo de
Dios puede extender el reino de Cristo (Redemptoris
missio, 12-20). En efecto, "como Cristo realizó la obra de la
redención en la pobreza y en la persecución, también la Iglesia está llamada a
seguir el mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la
salvación" (Lumen gentium, 8).
Para la reflexión
(C.I.C 855) La misión de la Iglesia reclama el esfuerzo hacia la unidad de los cristianos
(cf. Redemptoris missio, 50). En
efecto, "las divisiones entre los cristianos son un obstáculo para que la
Iglesia lleve a cabo la plenitud de la catolicidad que le es propia en aquellos
hijos que, incorporados a ella ciertamente por el bautismo, están, sin embargo,
separados de su plena comunión. Incluso se hace más difícil para la propia
Iglesia expresar la plenitud de la catolicidad bajo todos los aspectos en la
realidad misma de la vida" (Unitatis
redintegratio, 4). (Continua)
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