domingo, 4 de mayo de 2014
155. ¿En qué sentido el Pueblo de Dios participa de las tres funciones de Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey?
(Compendio 155) El Pueblo de Dios participa del oficio
sacerdotal de Cristo en cuanto los bautizados son consagrados por el Espíritu
Santo para ofrecer sacrificios espirituales; participa de su oficio profético
cuando, con el sentido sobrenatural de la fe, se adhiere indefectiblemente a
ella, la profundiza y la testimonia; participa de su función regia con el
servicio, imitando a Jesucristo, quien siendo rey del universo, se hizo siervo
de todos, sobre todo de los pobres y los que sufren.
Resumen
(C.I.C 806) En la unidad de este cuerpo hay diversidad de
miembros y de funciones. Todos los miembros están unidos unos a otros,
particularmente a los que sufren, a los pobres y perseguidos.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 783) Jesucristo es Aquél a quien el Padre ha ungido
con el Espíritu Santo y lo ha constituido "Sacerdote, Profeta y Rey".
Todo el Pueblo de Dios participa de estas tres funciones de Cristo y tiene las
responsabilidades de misión y de servicio que se derivan de ellas (cf. Redemptor hominis, 18-21). (C.I.C 784)
Al entrar en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo se participa en la
vocación única de este Pueblo: en su vocación sacerdotal: "Cristo el Señor, Pontífice tomado de entre los
hombres, ha hecho del nuevo pueblo ‘un reino de sacerdotes para Dios, su Padre’.
Los bautizados, en efecto, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu
Santo, quedan consagrados como casa
espiritual y sacerdocio santo" (Lumen
gentium, 10).
Para la reflexión
(C.I.C 785) "El pueblo santo de Dios participa también
del carácter profético de
Cristo". Lo es sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es el
de todo el pueblo, laicos y jerarquía, cuando "se adhiere
indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para
siempre" (Lumen gentium, 12) y
profundiza en su comprensión y se hace testigo de Cristo en medio de este
mundo. (C.I.C 786) El Pueblo de Dios participa, por último, en la función regia
de Cristo". Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres
por su muerte y su resurrección (cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey y Señor del
universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo "venido a ser servido,
sino a servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20, 28). Para el
cristiano, "servir es reinar" (Lumen
gentium, 36), particularmente "en los pobres y en los que sufren"
donde descubre "la imagen de su Fundador pobre y sufriente" (Lumen gentium, 8). El pueblo de Dios
realiza su "dignidad regia" viviendo conforme a esta vocación de
servir con Cristo. “La señal de la cruz hace reyes a todos los regenerados en
Cristo, y la unción del Espíritu Santo los consagra sacerdotes; y así, además
de este especial servicio de nuestro ministerio, todos los cristianos
espirituales y perfectos deben saber que son partícipes del linaje regio y del
oficio sacerdotal. ¿Qué hay más regio que un espíritu que, sometido a Dios,
rige su proprio cuerpo? ¿Y qué hay más sacerdotal que ofrecer a Dios una
conciencia pura y las inmaculadas víctimas de nuestra piedad en el altar del
corazón?” (San León Magno, Sermo 4,
1: PL 54, 149).
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