lunes, 5 de mayo de 2014
156. ¿De qué modo la Iglesia es cuerpo de Cristo?
(Compendio 156) La Iglesia es cuerpo de Cristo porque,
por medio del Espíritu, Cristo muerto y resucitado une consigo íntimamente a
sus fieles. De este modo los creyentes en Cristo, en cuanto íntimamente unidos
a Él, sobre todo en la Eucaristía, se unen entre sí en la caridad, formando un
solo cuerpo, la Iglesia. Dicha unidad se realiza en la diversidad de miembros y
funciones.
Resumen
(C.I.C 805) La Iglesia es el Cuerpo de Cristo. Por el
Espíritu y su acción en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía, Cristo
muerto y resucitado constituye la comunidad de los creyentes como Cuerpo suyo.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 787) Desde el comienzo, Jesús asoció a sus discípulos
a su vida (cf. Mc 1,16-20; 3, 13-19); les reveló el Misterio del Reino (cf. Mt
13, 10-17); les dio parte en su misión, en su alegría (cf. Lc 10, 17-20) y en
sus sufrimientos (cf. Lc 22, 28-30). Jesús habla de una comunión todavía más
íntima entre él y los que le sigan: "Permaneced en mí, como yo en vosotros
[...] Yo soy la vid y vosotros los sarmientos" (Jn 15, 4-5). Anuncia una
comunión misteriosa y real entre su propio cuerpo y el nuestro: "Quien
come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 56). (C.I.C
788) Cuando fueron privados los discípulos de su presencia visible, Jesús no
los dejó huérfanos (cf. Jn 14, 18). Les prometió quedarse con ellos hasta el
fin de los tiempos (cf. Mt 28, 20), les envió su Espíritu (cf. Jn 20, 22; Hch
2, 33). Por eso, la comunión con Jesús se hizo en cierto modo más intensa:
"Por la comunicación de su Espíritu a sus hermanos, reunidos de todos los
pueblos, Cristo los constituye místicamente en su cuerpo" (Lumen gentium, 7). (C.I.C 789) La
comparación de la Iglesia con el cuerpo arroja un rayo de luz sobre la relación
íntima entre la Iglesia y Cristo. No está solamente reunida en torno a Él
: siempre está unificada en Él, en su Cuerpo.
Tres aspectos de la Iglesia-Cuerpo de Cristo se han de resaltar más
específicamente: la unidad de todos los miembros entre sí por su unión con
Cristo; Cristo Cabeza del Cuerpo; la Iglesia, Esposa de Cristo.
Para la reflexión
(C.I.C 790) Los creyentes que responden a la Palabra de Dios
y se hacen miembros del Cuerpo de Cristo, quedan estrechamente unidos a Cristo:
"La vida de Cristo se comunica a a los creyentes, que se unen a Cristo,
muerto y glorificado, por medio de los sacramentos de una manera misteriosa
pero real" (Lumen gentium, 7).
Esto es particularmente verdad en el caso del Bautismo por el cual nos unimos a
la muerte y a la Resurrección de Cristo (cf. Rm 6, 4-5; 1 Co 12, 13), y en el
caso de la Eucaristía, por la cual, "compartimos realmente el Cuerpo del
Señor, que nos eleva hasta la comunión con él y entre nosotros" (Lumen gentium, 7). (C.I.C 791) La unidad
del cuerpo no ha abolido la diversidad de los miembros: "En la
construcción del cuerpo de Cristo existe una diversidad de miembros y de
funciones. Es el mismo Espíritu el que, según su riqueza y las necesidades de
los ministerios, distribuye sus diversos dones para el bien de la
Iglesia". La unidad del Cuerpo místico produce y estimula entre los fieles
la caridad: "Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; si un
miembro es honrado, todos los miembros se alegran con él" (Lumen gentium, 7). En fin, la unidad del
Cuerpo místico sale victoriosa de todas las divisiones humanas: "En
efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay
judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros
sois uno en Cristo Jesús" (Ga 3, 27-28).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario