viernes, 16 de mayo de 2014
166. ¿Por qué decimos que la Iglesia es católica?
(Compendio 166) La Iglesia es católica, es decir
universal, en cuanto en ella Cristo está presente: «Allí donde está Cristo
Jesús, está la Iglesia Católica» (San Ignacio de Antioquía). La Iglesia anuncia
la totalidad y la integridad de la fe; lleva en sí y administra la plenitud de
los medios de salvación; es enviada en misión a todos los pueblos,
pertenecientes a cualquier tiempo o cultura.
Resumen
(C.I.C 868) La Iglesia es católica: Anuncia la totalidad de
la fe; lleva en sí y administra la plenitud de los medios de salvación; es
enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los
tiempos; "es, por su propia naturaleza, misionera" (Ad gentes, 2).
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 830) La palabra
"católica" significa "universal" en el sentido de
"según la totalidad" o "según la integridad". La Iglesia es
católica en un doble sentido: Es católica porque Cristo está presente en ella.
"Allí donde está Cristo Jesús, está la Iglesia Católica" (San Ignacio
de Antioquía, Epistula ad Smyrneos 8,
2). En ella subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza (cf. Ef
1, 22-23), lo que implica que ella recibe de Él "la plenitud de los medios
de salvación" (Ad gentes, 6) que
Él ha querido: confesión de fe recta y completa, vida sacramental íntegra y
ministerio ordenado en la sucesión apostólica. La Iglesia, en este sentido
fundamental, era católica el día de Pentecostés (cf. Ad gentes, 4) y lo será siempre hasta el día de la Parusía.
Para la reflexión
(C.I.C 831) Es católica porque ha sido enviada por Cristo en
misión a la totalidad del género humano (cf. Mt 28, 19): “Todos los hombres
están invitados al Pueblo de Dios. Por eso este pueblo, uno y único, ha de
extenderse por todo el mundo a través de todos los siglos, para que así se
cumpla el designio de Dios, que en el principio creó una única naturaleza
humana y decidió reunir a sus hijos dispersos [...] Este carácter de
universalidad, que distingue al pueblo de Dios, es un don del mismo Señor.
Gracias a este carácter, la Iglesia Católica tiende siempre y eficazmente a
reunir a la humanidad entera con todos sus valores bajo Cristo como Cabeza, en
la unidad de su Espíritu (Lumen gentium,
13).
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