martes, 13 de mayo de 2014

164. ¿Cómo comprometerse en favor de la unidad de los cristianos?



164. ¿Cómo comprometerse en favor de la unidad de los cristianos?   


(Compendio 164) El deseo de restablecer la unión de todos los cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Espíritu; concierne a toda la Iglesia y se actúa mediante la conversión del corazón, la oración, el recíproco conocimiento fraterno y el diálogo teológico.

Resumen

(C.I.C 866) La Iglesia es una: tiene un solo Señor; confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, no forma más que un solo Cuerpo, vivificado por un solo Espíritu, orientado a una única esperanza (cf. Ef 4, 3-5) a cuyo término se superarán todas las divisiones.   

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 820) Aquella unidad "que Cristo concedió desde el principio a la Iglesia [...] creemos que subsiste indefectible en la Iglesia católica y esperamos que crezca hasta la consumación de los tiempos" (Unitatis redintegratio, 4). Cristo da permanentemente a su Iglesia el don de la unidad, pero la Iglesia debe orar y trabajar siempre para mantener, reforzar y perfeccionar la unidad que Cristo quiere para ella. Por eso Cristo mismo rogó en la hora de su Pasión, y no cesa de rogar al Padre por la unidad de sus discípulos: "Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean también uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn 17, 21). El deseo de volver a encontrar la unidad de todos los cristianos es un don de Cristo y un llamamiento del Espíritu Santo (cf. Unitatis redintegratio, 1). (C.I.C 822) "La preocupación por el restablecimiento de la unión atañe a la Iglesia entera, tanto a los fieles como a los pastores" (cf. Unitatis redintegratio, 5). Pero hay que ser "conocedor de que este santo propósito de reconciliar a todos los cristianos en la unidad de la única Iglesia de Jesucristo excede las fuerzas y la capacidad humana". Por eso hay que poner toda la esperanza "en la oración de Cristo por la Iglesia, en el amor del Padre para con nosotros, y en el poder del Espíritu Santo" (Unitatis redintegratio, 24). 

Para la reflexión

(C.I.C 821) Para responder adecuadamente a este llamamiento se exige: — una renovación permanente de la Iglesia en una fidelidad mayor a su vocación. Esta renovación es el alma del movimiento hacia la unidad (Unitatis redintegratio, 6); — la conversión del corazón para "llevar una vida más pura, según el Evangelio" (cf. Unitatis redintegratio, 7), porque la infidelidad de los miembros al don de Cristo es la causa de las divisiones; — la oración en común, porque "esta conversión del corazón y santidad de vida, junto con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos, deben considerarse como el alma de todo el movimiento ecuménico, y pueden llamarse con razón ecumenismo espiritual" (cf. Unitatis redintegratio, 8); — el fraterno conocimiento recíproco (cf. Unitatis redintegratio, 9); — la formación ecuménica de los fieles y especialmente de los sacerdotes (cf. Unitatis redintegratio, 10); — el diálogo entre los teólogos y los encuentros entre los cristianos de diferentes Iglesias y comunidades (cf. Unitatis redintegratio, 4, 9, 11); — la colaboración entre cristianos en los diferentes campos de servicio a los hombres (cf. Unitatis redintegratio, 12)

(Siguiente pregunta: ¿En qué sentido la Iglesia es santa?)

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